Juan Mari Arregi

Rafael Alberti se merece algún recordatorio en Euskal Herria

El hasta ahora Puente de Carranza en la Bahía de Cádiz, con décadas bajo el nombre de un alcalde franquista, José León de Carranza, pasará a denominarse Puente de Alberti, para recordar a Rafael Alberti, poeta y político comunista, hijo de esa localidad andaluza. Euskal Herria debería plantearse también algún recordatorio por solidario con nuestro Pueblo.

La madrugada del 28 de octubre de 1999, Rafael Alberti fallecía a los 96 años en su casa de Puerto de Santa María. Las crónicas de su funeral cuentan que el deseo del afamado literato fue que la última morada de sus cenizas estuviese en esa bahía de Cádiz a la que tanto versó. Y justo un puente que cruza esas aguas el que lleva desde hace décadas dedicado al alcalde franquista José León de Carranza pasará a llamarse como él.

Si traemos esta noticia a estas páginas es porque Rafael Alberti demostró en el año 1970 ser un personaje solidario con la causa vasca que colaboró en su internacionalización y de cuyas circunstancias concretas fuimos testigos privilegiados. Testigos junto a la delegación de madres y familiares de quienes fueran condenados a muerte en el proceso de Burgos y que antes de su juicio viajaron a Roma− quien suscribe, con ellas como portavoz− para entrevistarse con el Papa Pablo VI.

Rafael Alberti nos recibió en su casa de exiliado en Roma. Perteneciente al PCE quiso conocer de primera mano el proceso que llevó a un grupo de militantes de ETA a un juicio histórico en el que se decidió la pena de muerte para seis de los procesados, indultados posteriormente tras la presión internacional.

Pedimos su mediación para dar a conocer al mundo la situación y el proceso vasco para lo que intervino ante la prensa internacional para que pudiéramos movilizar a la opinión pública. Asimismo gracias a él pudimos contactar con partidos políticos y sindicatos italianos que lograron grandes manifestaciones solidarias.

La aportación de Alberti más importante sin embargo, en aquel contexto y dado su perfil eminentemente poético y político, fue la creación de un poema dedicado a los seis condenados a muerte y que dio la vuelta al mundo. Un poema que, a juicio de los mejores conocedores de su obra poética, fue uno de los más escalofriantes que salieron de su pluma. Un poema que le salió del alma pensando− así lo dijo en su día− en las madres y familiares de los seis condenados a muerte que le pudimos saludar en su casa romana.

El poema tuvo una gran difusión internacional y, según cuentan las crónicas de entonces, llegó a manos del entonces Ministro Alfredo Sanchez Bella, quien se la leyó al dictador Franco en pleno Consejo de Ministros. Hoy, en recuerdo y agradecimiento a Rafael Alberti, recogemos aquí ese poema.

«Para Izko, Uriarte, Larena, Gorostidi, Onaindia, Dorronsoro. Condenados a muerte en el Proceso de Burgos.

Condena

Si los condenas a muerte/ si los matas/ ellos serán los seis clavos/ de tu caja./ Los seis clavos de tu vida./ Los últimos, si los matas/ Ellos serán los seis clavos./ Los últimos de esa España,/ que solo sabe de muerte./ Triste España/ Que solo existe en el mundo/ cuando de la muerte se habla/ Cuando solo/ por ti la mano levanta/ para matar, pues la muerte/ es la vida de esa España./ Pero los mates o no, tu muerte ya está cerca./ Ya estás muerto, muerto, muerto./ Ya en la tapa/ de tu ataúd hay seis clavos/ que la clavan,/ que para siempre la clavan».


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