Reciclar el Día del Reciclaje
La tercera R, reciclar, es la última de la lista porque si verdaderamente se incide en las dos anteriores, reducir y reutilizar, reciclar llegaría lo más tarde posible y para una menor cantidad de residuos.
El día 17 de mayo es el Día Mundial del Reciclaje. Reciclar es fundamental, primero para cuidar del medioambiente y de la salud del planeta, y después para la economía, tal y como lo demuestran las principales políticas aprobadas por la Unión Europea y otras instituciones. Por ello, es necesario que tanto las empresas como la ciudadanía utilicemos los recursos que tenemos a nuestro alcance para reciclar.
No obstante, reciclar es la tercera de las tres R: reducir, reutilizar y reciclar, por lo que en el Día del Reciclaje, queremos centrarnos en los procesos anteriores, ya que, en algunos casos, reciclar se ha convertido en un lavado de cara verde del sistema capitalista que incita a la sociedad a consumir de forma compulsiva productos que verdaderamente no necesita, y que a su vez generan ingentes cantidades de residuos. Por eso, la prevención- reducción y la reutilización son tan importantes, ya que como dice la filosofía residuo cero: el mejor residuo es el que no se genera.
En relación con la primera R, reducción-prevención, es conveniente un cambio de paradigma: pasar de ser personas consumidoras, a personas usuarias. Este cambio implicaría no tener por qué comprar productos que vamos a utilizar muy poco, habilitando otras formas diferentes para acceder a ellos, desde el alquiler a otras formas de compartirlos de manera colectiva. Este cambio implica otra forma de relacionarnos con los productos, algo necesario para la prevención.
Respecto a la prevención-reducción hay que abordarla también desde otros ámbitos, entre ellos el diseño de los productos o la durabilidad de los mismos. Es imprescindible diseñar productos cuyos componentes puedan ser fácilmente separados para su reutilización o reciclaje cuando hayan terminado su vida útil. Asimismo, hay que impedir que los aparatos dejen de funcionar al cabo de pocos años (obsolescencia programada), lo que provoca un perjuicio económico a las personas que los han adquirido pensando en que los podrían utilizar durante años.
Esa obsolescencia ha llegado a niveles inadmisibles asociados a la moda, la telefonía, o la tecnología que provocan que la rápida actualización de los productos como ordenadores, televisiones o consolas, nos condicionen a tener que cambiarlos sin tener verdadera necesidad de ello. Además, este tipo de productos tienen materias primas escasas de las que no disponemos, por lo que no podemos permitirnos el lujo de no utilizarlos lo máximo, y menos aún de no reciclar sus componentes. Por ello, es imprescindible mayor información y formación a las personas consumidoras, así como una legislación rigurosa que impida esas prácticas que sólo benefician a las grandes empresas productoras.
Con relación a la segunda R: reutilización, es algo poco fomentado, porque reutilizar va en contra de un sistema económico basado en producir de más para consumir de más, pero que sin embargo es imprescindible para alargar la vida de los productos y hacer un uso racional de los recursos necesarios para producirlos. Por suerte, cada vez es más habitual ver tiendas de segunda mano de todo tipo de productos.
En este sentido, defendemos el sistema de depósito, devolución y retorno para los envases, ya que es la manera de evitar que muchos de ellos terminen como desechos convirtiéndose en un verdadero problema para el medio ambiente. Una costumbre, devolver el envase, que muchos y muchas recordamos, y que aún persiste en Euskadi con las botellas de sidra, si devuelves el casco, te lo descuentan del precio. El campo de la reutilización es muy amplio y debe de crecer ya que, junto con la reparación de los productos, son esenciales para alargar la vida útil de los mismos.
Respecto a la legislación, el Ministerio de Transición Ecológica está a punto de aprobar un proyecto Ley de Residuos que debería contener las medidas necesarias para una correcta gestión de los que generamos. Debería ser una ley ambiciosa que incluya todas las recomendaciones de la UE e incluso vaya más allá, ya que a día de hoy en el Estado no se cumplen las directivas de la UE en cuanto a reciclaje, algo que de no corregirse se traducirá en multas millonarias que tendremos que pagar entre todos y todas.
La situación de los residuos es nefasta, los datos no dejan lugar a dudas. Según el Ministerio de Transición Ecológica, en 2018 generamos 22,2 millones de toneladas de residuos urbanos (casi 250 mil toneladas más que el año anterior), de las cuales más de un 53% se envió a vertedero, un 12% a incineración, y tan sólo se recicló un 35%. Urge por tanto revertir esta situación.
Finalmente, la tercera R: reciclar. Es la última de la lista porque si verdaderamente se incide en las dos anteriores, reducir y reutilizar, reciclar llegaría lo más tarde posible y para una menor cantidad de residuos. Por eso creemos que el Día Mundial del Reciclaje, debemos tener muy presente que los dos primeros pasos son imprescindibles para evitar que los residuos terminen con el planeta, y por lo tanto también con la vida en él.