Siamak Khatami
Politólogo

Revoluciones versus Desarrollo Democrático y Pacífico

En ambos países, han llegado al poder dictadores nuevos sustituyendo a los dictadores antiguos, y la situación de la gente normal en ninguno de los dos países ha mejorado

Hace pocos días leí en otro periódico de Euskal Herria, sobre personas sandinistas o anti-somocistas de Nicaragua que ahora son víctimas de la represión de Daniel Ortega, «el carnicero de Managua», según el artículo. Las víctimas incluyen a Sergio Ramírez, poeta que originalmente incluso formó parte del grupo líder de los sandinistas en los años 1980, pero pronto dejó el partido desilusionado con el rumbo que estaba tomando. También la escritora Gioconda Belli. Y hay muchas otras personas famosas parecidas. Según el artículo, desde el comienzo de las protestas anti-Ortega en 2018, son miles los asesinados por los escuadrones de Ortega, los apresados y los exiliados. Y los medios de comunicación han mirado por otro lado, mientras que si los mismos actos de represión fueran cometidos por una dictadura de derechas, ahora todas las primeras páginas de medios de comunicación internacionales pondrían la atención sobre Nicaragua. El artículo termina diciendo que si a los medios de comunicación «les quedara media gota de honestidad, sabrían reconocer en Ortega a Pinochet, Videla, Ríos Mont, Stroessner, Banzer o, sin ir más lejos, los tres Somoza».

Los sandinistas llegaron al poder por primera vez en 1979, el mismo año que el régimen actual de Irán. En Nicaragua, la revolución era contra una familia de dictadores, los Somoza. En Irán, la revolución era contra una dinastía de reyes, o shahs, la dinastía Pahlaví. En ambos países, han llegado al poder dictadores nuevos sustituyendo a los dictadores antiguos, y la situación de la gente normal en ninguno de los dos países ha mejorado.

Prefiero no escribir mucho sobre Irán, porque habiendo nacido allí, muchos pueden pensar que tengo una agenda implícita contra el régimen actual de aquel país, mientras que, en realidad, mi única agenda es decir la verdad, y nada más. Es la misma situación de los estadounidenses de origen cubano.

México también ha pasado por dos revoluciones, una que terminó en la independencia de México de España, y la segunda de las cuales, entre 1910 y 1917, cambió el sistema político mexicano. Sobre la segunda revolución, no he encontrado ninguna explicación mejor que este pasaje del libro de Carlos Fuentes titulado "La muerte de Artemio Cruz":

«Una revolución empieza... desde los campos de batalla, pero una vez que se corrompe, aunque siga ganando batallas militares, ya está perdida. Todos hemos sido responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los... ambiciosos, los mediocres. Los que quieren una revolución de verdad, radical, intransigente, son... hombres ignorantes y sangrientos. Y los letrados solo quieren una revolución a medias, compatible con lo... que les interesa, medrar, vivir bien, sustituir a la élite...»

En Rusia, hubo una revolución en 1905, después de la derrota de Rusia en guerra contra Japón. Esa revolución trajo la república liderada por Kerensky que sustituyó al régimen zarista. Pero, como Lenin decía, el régimen seguía capitalista. Esa naturaleza no había cambiado. En octubre/noviembre de 1917, Lenin lideró otra revolución que trajo al poder a los bolcheviques. Ese fue el régimen que desapareció en diciembre de 1991, y Yeltsin se convirtió en presidente de la nueva Rusia. Pero Yeltsin era solo un payaso borracho que entregaba todos los bienes y riquezas del países a otros países (Estados Unidos, países europeos, etc) o a «oligarcas» rusos que los usaban para su propio beneficio. Y después de diez años, en 2000, Yeltsin entregó el poder Putin, que todavía sigue en la presidencia y además se ha «asegurado» la presidencia hasta por lo menos 2036, excepto si él mismo quiere dimitir antes. Rusia sigue teniendo un largo camino para ser considerado un país desarrollado, es una superpotencia solo por su poder militar, especialmente porque con sus armas nucleares puede rivalizar con Estados Unidos.

Hay otros casos que ya no creo que haga falta mencionar. En resumen, el único camino que conduce al desarrollo de un país es, como lo dijo Arnaldo Otegi y lo reafirmó Miren Zabaleta durante el Juicio de Bateragune, es a través de una vía democrática, pacífica y no violenta. Yo fui la única persona ni acusada en el mencionado juicio, ni directamente afiliada con la izquierda abertzale, que estuvo en todasS las sesiones del juicio del caso Bateragune en la Audiencia Nacional española, para ver cómo iban las declaraciones de los acusados. Estoy orgulloso de haberlos escuchado y me identifico con ellos.

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