Sandra Barrenetxea Diez*
Mujeres represaliadas de Euskal Herria

Sabemos de verdades judiciales

Esta idea, acerca del intento de manipular al poder judicial y de sus usos perversos, ha tenido especial incidencia en aquellos momentos en que las mujeres nos hemos enfrentado a instituciones arraigadas y constituyentes del sistema patriarcal. Al parecer, las mujeres accedemos a estos estamentos mintiendo, siempre con una intención perversa y ligada a nuestro rol de mala mujer.

Iratxe, no dudé ni un ápice. No tardé ni un segundo en empatizar contigo, madre consternada primero, desgarrada por el dolor después, y vapuleada y cuestionada por ese Tribunal, que se autoerige en dispensador de justicia… la misma Audiencia Provincial de Bizkaia que absolvió a mis torturadores, que no me creyó…

Tú también me creíste sin reparos, sin peros, sin cuestiones previas, de hecho, nos creíste a todas nosotras, nos acompañaste incluso en nuestras denuncias ante instancias europeas, y ahora lo padeces en tu propia piel, más que eso, en tus entrañas… Verdades judiciales que dejan libre al agresor, que ignoran testimonios, en esta ocasión esa macabra ruleta machista que gira y arrasa se ha cebado contigo, con vosotras. 

Además, hay quien ha empezado a cuestionaros porque el agresor ha resultado absuelto, insisto, por ese mismo Tribunal que absolvió a mis torturadores... porque esa verdad judicial a la que el otro día se refería Marlaska ha dado amparo (e impunidad, añado) al agresor...

Algo se me ha revuelto de nuevo por dentro. De ahí la necesidad de escribir esta reflexión.

En el modelo de sociedad democrática europea, el poder judicial se estima como aquel que interpreta y aplica la ley en los términos adecuados a la misma y también al contexto en el que tiene lugar su aplicación. Toma en cuenta a las partes y las enfrenta a la norma, y construye en principio, una verdad objetiva que trata de resolver conflictos y zanjar polémicas.

No han pasado tantos meses desde que, a raíz del juicio a la manada, el caso de Karen, Irune… en los que los testimonios de las agredidas fueron cuestionados. En nuestro país, sin ir más lejos, hemos tenido que asistir durante décadas a la puesta en cuestión de los testimonios de miles de personas torturadas, solo porque sus casos ni siquiera llegaban a juicio.

Esta idea, acerca del intento de manipular al poder judicial y de sus usos perversos, ha tenido especial incidencia en aquellos momentos en que las mujeres nos hemos enfrentado a instituciones arraigadas y constituyentes del sistema patriarcal. Al parecer, las mujeres accedemos a estos estamentos mintiendo, siempre con una intención perversa y ligada a nuestro rol de mala mujer. La madre despechada que utiliza a sus criaturas porque quiere vengarse de su marido, la mujer avariciosa que denuncia falsamente porque quiere quedarse con el piso, la militante sin capacidad de decisión que hace lo que le manda el superior jerárquico, la joven que intenta hacerse la liberada sexual y se pasa de la raya... Como mujeres hemos tenido que sufrir los manuales que el patriarcado impone para nuestras problemáticas y nuestros roles de madre, esposa y amante. Y todos ellos nos sitúan entre la sospecha y la condena.

Por suerte, algunas cuestiones van cambiando, y gracias a la lucha de muchas personas, de muchas mujeres, hay batallas que se van ganando. Los guardias civiles acusados de torturarme fueron absueltos, pero por suerte, en adelante poca gente puso en cuestión mi testimonio. ¿Por qué? Probablemente porque mi caso se alzaba sobre cientos y cientos de casos nunca reconocidos ni llevados a juicio. Porque formaba parte de una verdad social que todas conocíamos, aunque jamás se hubiera recibido una condena proporcional a los hechos juzgados.

Tras la absolución decidí no recurrir la sentencia. Nadie pensó que al no recurrir estaba en cierta forma admitiendo que ellos tenían razón. Nadie pensó que debería haber seguido inmolándome para que por fin mi verdad judicial triunfara.

La puesta en cuestión del sistema judicial no es algo nuevo, hay sectores que llevan años haciéndolo. Es evidente que faltan herramientas para que las mujeres accedamos a los procesos en términos de igualdad, sin prejuicios patriarcales y machistas. Estas carencias aumentan exponencialmente en el caso de las y los menores, especialmente de las primeras. Y sobre todo, se hacen difíciles cuando las personas implicadas son cercanas y conocidas.

Hemos empezado a mirar tarde y ahora solo nos toca intentar ayudar colectivamente a reparar el daño causado.

*Firman también: Anabel Egues, Sara Majarenas, Lierni Armendaritz, Idoia Martinez, Alicia Saez de la Cuesta, Oihana Garmendia, Olatz Egiguren, Aiora Epelde, Inma Pacho, Olatz Dañobeitia, Maitane Sagastume, Gotzone López de Luzuriaga, Araitz Zubimendi, Anuntzi Alonso, Josune Onaindia, Nagore Mujika, Ixone Fernandez, Itziar Martinez Sustatxa, Jugatx Duñabeitia, Enkarni Blanco, Uxua Olaia, Itziar Ugarte, Aitziber Sagarminaga, Regina Maiztegi, Saioa Agirre, Nagore Lopez de Luzuriaga, Maialen Zuazo, Oihana Mujika, Lorena Somoza, Maider Viso, Andone Soldevilla, Joana Regueiro, Amaia Sarrionaindia, Euri Albizu, Alaitz Iturriotz, Itziar Martin, Araitz Zubimendi, Garazi Biteri, Cristina Gete, Eider Zuriarrain, Ainara Esteran, Agurtzane Uriarte, Amaia Arrieta, Itziar Arrizabalaga, Maria Jesus Arriaga, Arantza Urkaregi, Marta Perez, Aloña Muñoa, Oiakue Azpiri, Izaro Lopez, Rosa Arana, Arantza Garbaio, Ainhoa Gutierrez, Kizkitza Gil de San Vicente, Naia Zuriarrain, Nerea Garaizar, Olatz Caminos, Anabel Prieto, Olatz Carro, Aizeti Fernandez, Maite Diaz de Heredia, Mertxe Txibite, Anitz Eskizabel, Miren Azkarate, Miren Zabaleta, Itsaso Guemes, Itsaso Zaldua, Amaia Segurola, Enkar Cordon, Oihana Mujika, Eider Zurriarain, Maialen Zuazo, Itziar Galardi, Jone Amezaga, Miriam Campos, Aniaiz Ariznabarreta, Garbiñe Urra, Eukene Gracia, Inma Berriozabal, Agurtzane Iriondo, Marilo Gorostiaga, Maitane Linazasoro, Sue Lorenzo, Ikerne Indiakoetxea, Itxaso Torregrosa, Garbiñe Urra, Fermina Villanueva, Uxune Gallastegi, Nerea Olaziregi, Biki Gorostiaga, Arrate Ruiz, Eulalia Aramendi, Laura Riera, Ainara Bakedano, Olatz Izagirre, Lorentxa Guimon, Elena Beloki, Leire Urrutia, Urtza Alkorta, Ana Lopez Monje, Suni Reizabal, Lorena Couceiro, Oihana Mardaras, Janire Aranzubia, Lorena Lopez, Ane Miren Zubierrementeria, Nuria Alzugarai, Ane Beristain, Oihana Gil de San Vicente, Marian Aramendi, Amaia Urizar de Paz, Ainhoa Irastorza, Aiala Zaldibar, Marina Sagastizabal, Lorea Zeziaga, Mari Carmen Guimon, Agurtzane Izarza, Ameli Apaolaza, Aitziber Otegi, Kris Zeziaga, Marisa Alejandro, Leire Lopez Zurutuza, Beltzane Obanos, Sonia Marín Vesga, Ana Lizarralde, Nerea Bengoa, Mercedes Galdos, Eider Ijurko, Ainara Villaverde eta Susana Atxaerandio.

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