Victor Manuel Egia Astibia
Investigador

Salesianos, los Caídos, dos temas a debate

Hace noventa años hicieron su escuela por una donación, hoy pretenden construir sus nuevas y modernas instalaciones también de forma gratuita. Sumen y resten, 53 millones de ganancia por el solar actual frente a 3,7  de la parcela de Sarriguren, 8 de su urbanización y 34 del nuevo colegio. Y la única forma de pagar a Salesianos ese montante por su solar de Iruñea es dedicarlo a la construcción de viviendas. Viviendas que necesariamente tendrán un altísimo precio y un dudoso mercado

En estas primeras semanas del recién estrenado 2017 se están produciendo en Iruñea dos importantes debates ciudadanos sobre dos edificios o grupos de edificios del II Ensanche de la capital. La presencia del Monumento a los Caídos en la Cruzada de 1936, que cierra por el sur la avenida de Carlos III, es evidentemente controvertida. Una vez desalojados del mausoleo los restos de algunos de los responsables de aquella sangrienta «cruzada», se plantea desde el propio ayuntamiento un debate abierto sobre qué hacer con el edificio, dejarlo como está e intentar maquillar su oscuro pasado o demolerlo, lo que conllevaría, además, un llamativo cambio urbanístico y paisajístico. Importante ejercicio de higiene democrática de nuestro actual consistorio. Nada parecido al nulo valor que dio el comandado por Yolanda Barcina a las veinticinco mil firmas recogidas en contra de la demolición y vaciado del subsuelo de la Plaza del Castillo. Quienes apoyaron aquella catástrofe o la asumieron en silencio están poco habilitados para la participación en este debate.


Por otro lado, el proyecto “Sol de Media Luna” ganador del concurso realizado al efecto, para ocupar el gran solar que dejaría libre, el derribo de la Escuela Profesional Salesianos en el ensanche pamplonés, con sus instalaciones adjuntas, es el origen del segundo gran debate social planteado. En este caso parece que una mayoría de personas asume, y da por hecho, su demolición. Leo la opinión de un grupo de arquitectos sobre la propuesta de actuación en el solar resultante. Los autores del proyecto ganador, lógicamente, lo defienden a capa y espada. Otros profesionales de la arquitectura y la propia alcaldía cuestionan la idoneidad del proyecto por razones urbanísticas, en concreto la altura de los edificios, su impacto en el «sky line», la creación de suelo libre, la continuidad con lo ya construido en el resto del ensanche, la modernidad etc.


Sin embargo, en esta discusión, a diferencia con la del «monumento», echo en falta la utilización de conceptos como patrimonio, historia, antigüedad, estética, y especialmente rehabilitación-reutilización. Reflexionemos un poco sobre ellos.


Evidentemente la razón histórica de la construcción del gigantesco panteón funerario, poco tiene que ver con la creación de una escuela de formación profesional que durante noventa años ha dado oficio y beneficio a miles de navarros. La repercusión de ambos procesos en nuestra memoria histórica es claramente diferente, no es de recibo la comparación. Pero tampoco debemos menospreciar la importantísima labor social realizada por la entidad salesiana y su impacto en el desarrollo de nuestra comunidad y en nuestra historia reciente. En este caso, al menos generaremos un recuerdo de algo considerado como positivo para toda la sociedad, en el otro para muchos es el recuerdo de algo negativo. Independientemente de que, algunos necesiten recordar, otros se regocijen en ello y otros quieran olvidar para siempre, la memoria siempre quedará.

La Escuela Profesional de los Salesianos en Iruñea fue promovida, en la segunda década del siglo XX por el aribetarra Antonio Aróstegui. Había hecho una gran fortuna en Buenos Aires y empleó parte de su riqueza en obras sociales, especialmente en su zona de origen. Aróstegui conoció en la capital argentina una de las primeras escuelas profesionales que la congregación fundada por Juan Bosco había creado, y quedó enamorado de la misma. No dudó en dedicar hasta un millón de pesetas para crear un centro similar en Iruñea. De esta forma en el año 1927 se construía el edificio principal de la escuela en el II Ensanche pamplonés y poco después comenzaba su dilatada labor docente. Es decir, este año cumplirá los noventa años de edad, casi veinticinco más que el controvertido monumento.

 

Pero valorar la antigüedad es subjetivo. Y qué decir de la estética. Si hay algo subjetivo es la estética, la belleza o la fealdad. Los cánones de belleza son muy diferentes, no sólo a nivel individual, sino entre grupos sociales, y además variables en el tiempo. Considero que mi opinión sobre los dos edificios objeto de debate poco puede aportar al mismo.

 

Desconozco, aunque tengo sospechas, los motivos por los que la escuela de Salesianos tiene que irse del centro de Iruñea a un lugar tan alejado como Sarriguren. Colegios, institutos o facultades no solo forman parte de la vida de los centros urbanos sino que la potencian y enriquecen. ¿Por qué Salesianos no puede adecuar sus actuales instalaciones y continuar utilizándolas como tal?

 

En la opinión del grupo de profesionales al que me he referido más arriba, no hay ni una sola referencia a la reutilización. Son tiempos de crisis, de penurias económicas, en donde se nos pide, aconseja o pretende obligar, que reciclemos o reutilicemos hasta las más pequeñas cosas de nuestro uso cotidiano. La necesidad de construir nuevas viviendas en Iruñerria está en entredicho. Vemos barrios enteros de nueva creación semivacíos, y con más preocupación si cabe, un casco antiguo y un ensanche francamente despoblados. El problema se agrava si lo que pretendemos es construir viviendas de alto standing. Algunos reclaman para la manzana de Salesianos viviendas de protección o dotaciones públicas, deportivas y un nuevo Civivox. En las actuales instalaciones, tenemos frontones, pistas polideportivas, cafetería, salón de actos, hasta iglesia. ¿Sería de locos su rehabilitación y su reutilización como tales? El supuesto Civivox está hecho, las dotaciones deportivas también. En cuanto al edificio primigenio de la escuela ya he manifestado públicamente algunas posibilidades de reutilización. Independientemente de su valor histórico creo que cumple unos criterios de funcionalidad muy acordes para acoger alguna dotación pública, un espacio para grandes exposiciones o ferias o cubrir algunas necesidades imperiosas, por ejemplo acoger los miles de piezas del museo etnográfico o las muestras arqueológicas que puedan quedar tras los recientes atropellos a nuestro subsuelo y nuestra historia.

Evidentemente lo que subyace, y parece obligar, es la servidumbre de la operación inmobiliaria pactada entre el anterior gobierno de Navarra y la referida comunidad religiosa. Hace noventa años hicieron su escuela por una donación, hoy pretenden construir sus nuevas y modernas instalaciones también de forma gratuita. Sumen y resten, 53 millones de ganancia por el solar actual frente a 3,7 de la parcela de Sarriguren, 8 de su urbanización y 34 del nuevo colegio. Y la única forma de pagar a Salesianos ese montante por su solar de Iruñea es dedicarlo a la construcción de viviendas. Viviendas que necesariamente tendrán un altísimo precio y un dudoso mercado. No sé si la congregación merece ese regalo como pago a la labor realizada durante tantos años, pero estoy seguro que no serán los únicos beneficiados de la poco transparente operación inmobiliaria.

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