Josu Iraeta
Escritor

Secretos de Estado y fondos reservados

Se dice –no sin razón– que todo lo que se conoce tiene un comienzo y un final, de hecho, no hay nada en el mundo conocido que no experimente los cambios que el tiempo trae consigo.

Una clara demostración de lo que afirma el párrafo anterior, nos la han ofrecido, los comentarios, valoraciones y denuncias habidas, tras la presentación del film «No me llame Ternera» en el festival cinematográfico de Donostia.

Es de siempre conocido que el tiempo pasa deprisa, pero no se debiera olvidar, que por estos lares hemos conocido –durante décadas– lo que bien pudiera denominarse, «la noche de los tiempos».

Además de los que lo ignoran por razones de edad, o por puro desconocimiento, es posible que ya pocos recuerden y otros quieran olvidarlo, que en el Estado español hubo un gobierno que ejerció corrupción y terrorismo. Un gobierno cuyo ministro del interior fue condenado por secuestro, junto a su secretario de Estado. Varios de cuyos altos cargos fueron condenados por secuestro, desaparición, tortura y asesinato con ocultación de cadáver.

Puede que pocos recuerden ya que las desapariciones a la argentina fueron «trasplantadas» a Euskal Herria, con resultados tan horribles como en el país americano.

A quienes desconocen la realidad de los hechos, tal vez les resulte difícil aceptar que el ministro del interior condenado por aquello se llamara José Barrionuevo. Que el presidente del gobierno se llamara Felipe González. Que el fallecido Alfredo Rubalcaba fue su ministro de directa confianza, exhibiendo, además, absoluta impunidad, opositando incluso a vivir en La Moncloa.

Probablemente, también ignoran que el partido en el poder se dijera socialista y obrero. Y es que la «tragedia» española de aquellos años marcó el asco, la repugnancia de lo político, que nos «regalaron» luego.

Citadas las barbaridades de Argentina, lo monstruoso de aquellos hechos se podía responsabilizar a un ejército incontrolado que servía «sólo» a la dictadura, pero en el Estado Español fue muy distinto, pues sucedió bajo un régimen constitucional. A las órdenes de la tradición socialdemócrata.

Quienes ignoran o esconden esa, «negra» historia española, les recuerdo que pagaron con breve cárcel, un ministro y unos cuantos «matarifes». También entraron en prisión, algunos ladrones con carnet del PSOE. A todos los demás, les salió gratis.

Han transcurrido tres décadas desde que el ministro del Interior de Felipe González entrara en la cárcel, que con la máxima rapidez y generosidad le fue «aliviada».

Si los herederos de aquel GAL, que hoy pretenden seguir gobernando desde La Moncloa, lideraran una «democracia digna» hoy estarían borrados los nombres y rostros de la gente, bajo cuyo gobierno se ejercieron la corrupción y el asesinato, pero no es así.

Y no ha sido así, porque, no sólo no pagaron penalmente, tampoco lo han pagado en lo político.
El hombre bajo cuya administración operaron los escuadrones de la muerte, «El GAL», disfruta de sueldo público, de presencia pública. Ingresa ingentes cantidades de dinero, «asesorando» a la administración de otros países, y se permite incluso dar lecciones de moral y ética política.
Pues bien, esos responsables y creadores del GAL, como fueron los dirigentes del PSOE –con la colaboración fundamental del PSE– son los que continúan exigiendo que la izquierda abertzale condene la violencia de ETA.

Ninguno del PSOE o PSE o PP, ha condenado nunca el GAL, ya que el partido de los Fraga, Aznar, Rajoy y Núñez Feijóo, se limitó a manipular hacia la opinión pública el tema de la guerra sucia, para hacerse con el poder, mientras se frotaban las manos al ver abatidos a los abertzales.

El PP tampoco condenó nunca el franquismo ni las guerras sucias que también hubo durante sus mandatos. Como no condenó la guerra de Irak.

Ellos, cínicos e hipócritas, los que ilegalizaron a la izquierda abertzale por «no condenar la violencia de ETA, «también» se subieron al poder del Gobierno de Lakua. Con muchos muertos y torturados en sus espaldas. Con cientos de presos independentistas y otros cientos de exiliados, con periódicos abertzales cerrados… Ellos, los responsables de la muerte de Xabier Galdeano, Santi Brouard y tantos abertzales, hoy insisten en darnos lecciones de democracia.

Les ruego presten especial atención al párrafo:

Felipe González, Alfonso Guerra, José Barrionuevo, Rafael Vera, José L. Corcuera, Luis Roldán, Julián San Cristóbal, Narciso Serra, Ramón Jauregui, José M. Benegas, Julen Elgorriaga, García Damborenea. Todos ellos insignes demócratas del PSOE, que fueron relacionados con el GAL.

No es la primera vez que en el Estado español se dan estas barbaridades. En cualquier otro país democrático sería impensable, pero lo cierto es que, los individuos de tan baja condición no se avergüenzan, porque quienes hacen lo que ellos han hecho, carecen de conciencia. Para ellos no existen los remordimientos, prescinden de esas memeces. Por tanto, no pueden ser catalogarlos de «descerebrados» con el ánimo de eximirlos de sus enormes responsabilidades.

Pero no están solos, siempre fueron «protegidos» por el sistema. Ellos saben, todos los españoles saben, como sabemos los vascos, que son impunes, la democracia española les ampara.

Quiero finalizar afirmando que no debiera ser suficiente negarle importancia y valor político al documental protagonizado por el señor Urrutikoetxea. Seguro que no está satisfecho con el resultado, aunque, una persona inteligente como él, era consciente del riego que suponía. Alguien –en su día– prometió que esto se haría y está hecho. Así pues, está señalado el camino.

Porque, incluso en una democracia joven y débil como la española, quienes tienen el deber de «limpiar» las siglas a las que pertenecen, debieran recoger el guante y continuar con la línea marcada por el ex dirigente de ETA.

Tienen medio trabajo realizado, basta con acceder a la inmensa documentación condensada bajo el epígrafe "Secretos de Estado y Fondos Reservados".

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