Señor Vidarte: Guggenheim y Urdaibai son incompatibles
Vuelve a la carga Juan Ignacio Vidarte, director general del Museo Guggenheim de Bilbao y de Estrategia Global de la Solomon R. Guggenheim Foundation.
En unas nuevas declaraciones a varios medios de comunicación, amigos que le bailan el discurso, porque para eso son miembros de su patronato, Vidarte repite una y otra vez (ya lo hizo el pasado mes de setiembre también), y como si de un mantra se tratara, una frase que ha venido para quedarse grabada con letras de oro en la historia de los vendedores de productos al por mayor: «El Guggenheim Urdaibai solo tiene sentido desde la sostenibilidad ambiental».
¿Cómo? ¿Es una broma? ¿Un oxímoron tal vez? O simplemente se trata de una frase que, como en la escuela de antaño, a fuerza de memorizarla, repetirla y escribirla cien o mil veces, quedará marcada a sangre y fuego en la mente de los ciudadanos-alumnos de una sociedad que necesita de guías instructores para salir adelante.
Vayamos por partes. Guggenheim y Urdaibai ya es un oxímorón. Como lo es «silencio atronador» o «muerto viviente» o «verdad relativa». Guggenheim y Urdaibai son incompatibles de raíz, sobre todo desde un punto de vista medioambiental.es como meter al lobo en el gallinero. Y a las aves, para que no vuelen, en una jaula. Ustedes quieren aprovecharse de un entorno natural hermoso para impulsar un negocio privado.
Una mentira mil veces repetida no se convierte en verdad por mucho que se intente. Lo siento, señor Vidarte, usted confunde y mezcla, a propósito, para que lo traguemos todo mejor, el agua con el vino, la luz con la oscuridad, la velocidad con el tocino.
Y no solo en esa apreciación en forma de frase malintencionada y repetitiva, casi como único argumento para pretender la instalación «sí o sí» de su Museo en la Reserva de la Biosfera, sino en otras muchas «perlas» que va destilando en las entrevistas «ad hoc» que concierta y le hacen.
Dice usted que su museo cerró el año 2023 con los mejores números de visitantes de la historia (1.324.221), pero aun así, en cifras récord absolutas, resulta que los ciudadanos y ciudadanas de este país tenemos que dedicar casi cuatro millones de euros a subvencionarles. ¿Cómo es esto? ¿Siguen siendo deficitarios, año tras año, todos los años desde 1997? ¿Ha hecho el cálculo de todas las subvenciones que hemos pagado de nuestros bolsillos en estos más de veinticinco años para que, entre otras cuestiones, usted pueda cobrar su nómina? ¿A esto se le llama traer solo beneficios a este país?
Confunde usted también, con evidente desatino, número de visitas y «calidad» expositiva con éxito. Déjeme que le diga que el turismo actual invasivo si por algo se caracteriza es por su afán depredador. Es fácil comprobarlo, solo hay que ir a su museo y lo que se aprecia y se ve, no es precisamente en su mayoría un público altamente interesado en el arte de vanguardia ni, diría, en ningún arte. Entran en su museo a hacerse fotos, a buscar el mejor enfoque con los niños, a pasear un rato, a mirar sin ver, pero lo que es a interesarse por el arte, más bien poco. Eso sí, viste mucho a la vuelta decir orgulloso que has visitado el Guggenheim de Bilbao, que te da una especie de «moreno» vacacional muy vistoso de los años sesenta del pasado siglo.
Es el estilo franquiciado que tanto se lleva, como lo son las tiendas de productos ibéricos (algunas excelentes, por cierto), o esos grandes centros comerciales atestados de gente y donde pasar una tarde perdiendo el tiempo o comprando lo que sea aunque no se necesite, es decir, un modelo de consumo masivo que poco o nada aporta a la formación de individuos y al desarrollo del intelecto.
Habla usted también del momento en el que se encuentra el proyecto Guggengeim Urdaibai y, esto hay que reconocérselo, ya no dice como a finales del verano pasado «que la Diputación de Bizkaia lleva tiempo haciendo un camino de desbroce», refiriéndose a normativas y obstáculos a superar.
Queda feo lo de «desbroce», un poco rural. Ahora usted habla de «avances muy positivos en el ámbito administrativo». Si claro, se refiere a cambiar los PGOU de Murueta, Foru y Gernika; a reducir la servidumbre de protección de la costa de 100 a 20 metros en el área más sensible de la Reserva de la Biosfera para encajar su proyecto de Museo, a demoler la antigua fábrica de Dalia en Gernika...
Como en la anterior ocasión vuelve a meterse con los ecologistas y, de paso, advierte que una Reserva de la Biosfera no es igual que un Parque Natural y que, por tanto, «se pueden realizar actuaciones que permitan la convivencia entre la Naturaleza y el hombre», como si los ecologistas fueran unos monstruos que se oponen a cualquier signo de civilización que vaya más allá de cultivar maíz en una pradera.
No, señor Vidarte. Su partido, el que viene gobernando en la mayoría de los municipios de Busturialdea, el que tiene las riendas de la Diputación Foral de Bizkaia y del Gobierno Vasco desde hace ya más de cuarenta años, es el único responsable del deterioro económico de esta comarca. No lo son los ecologistas ni el movimiento ciudadano con el que ustedes no quieren dialogar porque solo les interesa anestesiar a la opinión pública y venderles un producto deteriorado. Museo y Urdaibai son incompatibles, por mucho que usted lo repita una y mil veces.