Sentido común para momentos en los que se hecha a faltar
Algunos, en cuanto surge una crisis, sea de la naturaleza que sea, rebuscan en sus arsenales, construidos desde el odio, el rencor, el dogmatismo, el resentimiento, la revancha. Y sacan los clásicos populares a pasear, con mayor o menor disimulo. Más allá del hecho de si la DANA de Valencia (no exclusiva, pero la medalla del dolor se maximiza en Valencia, que en otros lugares, como Almería o La Mancha) era responsabilidad de la comunidad en exclusiva o compartida, se viene el poner en duda la cogobernanza y el modelo del estado de las autonomías. Hay ganas, porque en ese país que algunos conocen como España cuando se pone en cuestión se ponen unas y no otras. La gestión de la solidaridad de algunos sobre otros en materia fiscal y financiera durante más de 40 años de estados de las autonomías no se hace. No se pone en tela de juicio que algunas provincias y hasta comunidades tengan menores y peores índices microeconómicos y/o macroeconómicos que cuando comenzaron a ser autonomías. O el hecho de que no todas son iguales. Temas diversos, desde la lengua, la geografía, la economía, el hecho fiscal y financiero, y luego el sistema de partidos y la realidad identitaria de cada cual, en suma, en el hecho jurídico-político no hay dos comunidades exactamente iguales. Hay algunas que se parecen más que otras. Por eso es absurdo, si, en todo caso, Valencia hubiera fallado, demonizar al resto porque patatas. Digo, porque Kartoffel.
No es baladí el germanismo, pues la comparación entre las cajas de ahorro alemanas y las cajas de ahorro en el Estado español daría para mucho sobre propietarios y gestión. Y como ahí está Kutxabank como el banco más solvente de España, se puede señalar, y se hace, el mando único vasco en la crisis de inundaciones en 1983. Allí también hubo fake news, como la supuesta ruptura de una presa en Barakaldo, amenazando a más de cien mil almas. El entonces Lehendakari Garaikoetxea, desde una nítida visión patriótica nacional vasca, bajo el liderazgo de un gobierno, en minoría, sí, monocolor de EAJ-PNV, eso también, aunó a todas las fuerzas, de todas las instituciones (si, también a Guardia Civil y Ejército español), en un mando único vasco. Otra cosa es que los seguros, en el consorcio español, tardasen una década en apoquinar el dinero. Otra cosa es que las instituciones vascas tuvieran que poner un recargo temporal al IRPF para financiar la reconstrucción. Incluso con las herramientas del Concierto, no era suficiente, se necesitaba más dinero. Ahora se tiene una crisis en una zona de una comunidad con gobierno en minoría, monocolor, pero sin un liderazgo fuerte, pero tampoco identitario valenciano, ergo debiera haber facilitado otras cosas, que el partidismo cortocircuitó. Y debiéramos descubrir que el ataque entonces no puede ser al sistema en su conjunto por una parte, y ni siquiera a la entidad autonómica valenciana en sí, sino que hay personas que han funcionado y personas que sí. El problema estriba cuando las personas que no funcionan están en posiciones de poder destacado, y a las que se les pide ejemplaridad y liderazgo en los momentos de necesidad. Y ahí Garaikoetxea sí, Mazón ni de coña.
Una manifestación es la muestra del sentir (de parte) del pueblo. No debe confundirse manifestantes con votantes. ¿Por qué? Porque tres meses antes de las elecciones de las elecciones del 8 de marzo de 2008, hubo una manifestación multitudinaria por Barcelona. ¿Quién era el gobierno? Pues el PSOE en España y el PSC en Catalunya. Gente cabreada. ¿Y qué hicieron? El PSC ganó con Carme Chacón y 25 escaños en aquellas elecciones. O si se quiere, la primera legislatura de Alfonso Alonso en la alcaldía de Vitoria-Gasteiz. ¿Qué pasó en las siguientes elecciones? Pues el PP volvió a ganar. Hay que ser conscientes de las responsabilidades individuales, que deberán, en su caso, depurarse, política, social, y si fuera necesario, judicialmente. Cada cosa a su debido tiempo. Y la explosión de rabia incontrolada desde la frustración de personas, que tienen sus derechos perfectamente en regla, es comprensible. Lo que no lo es, es la de aquellos que, sabiendo todo esto, quieren pescar el río revuelto, para ganar el favor en potencial voto cara al futuro. O restárselo al de enfrente, para que así, pueda ser, o bien la victoria propia, o la derrota del de enfrente, o ambas. Cálculos partidistas que no conviene hacer, porque a la larga, se ve el cartón, y cuando, bajada la inflamación, con la cosa serena, con carencias, sí, pero serena, el cabreo puede ser aún mayor, cuando se den cuenta de la manipulación de aquellos presuntos salvadores que les pasaron la mano por el hombro, pero más que nada, para robarles la cartera y el alma. Aunque sea difícil en tiempos de zozobra, intentar rebuscar, no solo la esperanza, que era lo último que quedaba en aquella dichosa caja griega, tras haber sacado todo lo demás, sino, también, buscar respuestas socráticas en el sentido común. Cada cual en el suyo. Y guiarse sin que nadie te diga lo que debes pensar, cada cual con su propio criterio, crítico, propio. Y si hace falta, preguntar. La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.