Xabi Jaso
Internazionalistak Auzolanean

Siete décadas de Nakba: ¡ni un año más!

«El mundo externo es exilio,
exilio es el mundo interno.
¿Y qué eres tú entre los dos?»

Mahmoud Darwish

«Su independencia es nuestra Nakba (catástrofe). La limpieza étnica de entre 750.000 y 1.000.000 de palestinos indígenas hace 70 años y su conversión en personas refugiadas para establecer un Estado de mayoría judía en Palestina no es causa de celebración. La Nakba no es un crimen del pasado: continúa. Lo recordamos reafirmando nuestro derecho a volver a casa y a vivir en libertad y dignidad.

Hasta que Israel deje de violar nuestros derechos humanos fundamentales, llamamos a la gente consciente y a las comunidades de todo el mundo a que apoyen nuestros esfuerzos para detener los crímenes israelíes construyendo y desarrollando campañas pacíficas BDS. La más efectiva forma de solidaridad con nuestras movilizaciones de masas incluye urgir a gobiernos e instituciones a prohibir todo comercio e inversión en relación a las empresas implicadas en los asentamientos ilegales israelíes y otras violaciones de los derechos humanos».

Estas son palabras de uno de los últimos comunicados de la mayor coalición existente en la sociedad civil palestina: el Comité Nacional de la campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS). Se emitió poco antes del aniversario de la Nakba, que se conmemora el 15 de mayo de cada año. La citada campaña no es, por tanto, una ocurrencia de sectores de la solidaridad internacional hacia el pueblo palestino, sino que emana de él mismo.

Como organizaciones y personas solidarias, tanto en Euskal Herria como en otros muchos rincones del planeta nos hicimos eco del llamamiento desde su difusión en 2005. Lo decidimos sabiendo que el pueblo palestino, una y otra vez golpeado, no es un ente pasivo en un escenario sin salida. Es un tejido social vivo, que se organiza para desplegarse en todos los ámbitos de la existencia. Pero ante la indiferencia o complicidad con el sionismo que muestran muchos Estados y organismos internacionales, resistir en solitario no garantiza la libertad.

A 70 años de la catástrofe, la colonización y el apartheid que practica el Estado sionista de Israel continúa en su apogeo: creación de nuevas colonias, expulsión de habitantes de Jerusalén (botín de guerra que la mayor potencia del planeta considera ya la capital israelí), asesinatos casi a diario, robo de recursos, degradación del estatus de la lengua árabe, criminalización de la solidaridad, etc. Y pese a todo, el fin de la colonización y el reconocimiento del derecho al retorno son posibles y pueden poner fin a la Nakba en poco tiempo. Ocurrirá si los agentes sociales y políticos de todo el mundo desarrollamos en su integridad todas las dimensiones de la propuesta BDS.

En definitiva, basta percatarse de que la llave que abre las puertas de las casas que en 1948 tuvieron que abandonar miles de familias palestinas (y que se convirtió en símbolo de su resistencia) está en nuestra mano.

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