Juan Carlos Mora Afán

Sobre beneficios y ética social

Todo esto para intentar decir que con algo menos de beneficio económico y un poco más de compromiso social no solo nuestra sociedad sería más justa y equitativa, sino que seguramente la vocecita de nuestra conciencia nos hablaría en un tono un poco más bajo.

Hace unos cuantos días que terminó la época de presentación de beneficios de las empresas que cotizan en bolsa. Beneficios de varios miles de millones de euros en algunas de ellas. De varios cientos en otras tantas. Prácticamente todas en números negros. La recuperación económica debe ser esto. Me pregunto inocentemente a dónde van a parar, ejercicio tras ejercicio, esas ingentes cantidades de dinero, algunas fruto de la actividad empresarial derivada de la prestación de servicios básicos a la ciudadanía. Es la misma pregunta que me hago sobre en qué emplearan su dinero todos esos millonarios que cuentan con decenas, centenas y miles de millones de euros en sus cuentas, porque en sus bolsillos, materialmente es imposible. No doy fe, pero lo puedo asegurar. Desconozco el compromiso social de esas fortunas, tanto de personas como empresas, y cómo hacen para acallar esa vocecita que supongo, en ocasiones, martillea su conciencia susurrando palabras como hambre, crisis, paro, desigualdad y un largo etcétera. Bueno, supongamos que esa voz existe. Creo que la condición humana no permite apagar ese interruptor. Creo, repito. No seamos tan descreídos.

El caso es que, si a nivel institucional, resultado del pago de impuestos y contribuciones, ayuntamientos, diputaciones forales y gobiernos disponen de unos presupuestos ajustados para hacer frente a las diferentes partidas que han de administrar, y si estamos inmersos en el debate sobre la mejora de las pensiones y la respuesta estatal que habla de la imposibilidad de hacer frente a una subida que permita mantener su poder adquisitivo, creo que precisamente dinero no es lo que falta en nuestro mundo, por lo menos en el occidental. Los cálculos sobre lo que se necesitaría para adecuar las pensiones a la subida del IPC ya están realizados. Si no estoy equivocado, debería rondar los 16.000 millones de euros. Una cantidad importante pero que con la suma del beneficio de 4 ó 5 grandes empresas españolas (y alguna vasca), sería suficiente. Por supuesto que legalmente este planteamiento es imposible, so riesgo deser tachado de filocomunista, populista y alguna otra palabra que contenga el sufijo -ista. Solamente mi intención es llamar la atención sobre los importantes beneficios que anualmente engrosan en las arcas de muchas empresas. Que a su vez, es cierto, van a parar a accionistas y demás y hacen que la cadena económica y política que nos sostiene, siga en marcha. Dinero en manos privadas (empresariales e individuales), insisto, hay mucho. Necesidades en nuestra sociedad, más. Cuando se plantean cuestiones como renta básica, pensiones presentes y futuras, prestaciones sociales… siempre se añade la coletilla de que no hay dinero suficiente para sufragarlas. Yo, al revés, pienso que lo que no hay es voluntad de renunciar a los miles de millones que van a parar a las cuentas bancarias, aunque sea tras el pago de los correspondientes impuestos vía beneficio empresarial. Lo cual no deja de ser una forma miope de analizar la realidad.

Describo un supuesto que nunca se dará. Si yo tuviera en mi banco, pongamos por ejemplo, 750 millones de euros, sabiendo positivamente que ni yo, ni mi familia, ni un par de generaciones (para qué preocuparse por más), vamos a ser capaces de gastarlos, manteniendo un nivel de vida razonablemente elevado, ¿no sería inteligente destinar, pongamos por caso, 250 millones, a la sociedad? Primero, mi conciencia estaría más tranquila. Segundo, la sociedad se aprovecharía de algún modo de mi opulencia, asegurándome que ese estatus privilegiado se mantenga en mi propio beneficio. Tercero, evitaría que se hicieran preguntas sobre la forma en que habría conseguido ese dinero. Y así todas aquellas preguntas que se nos ocurran. Mi capacidad de fabulación es limitada.

En fin, todo esto para intentar decir que con algo menos de beneficio económico y un poco más de compromiso social no solo nuestra sociedad sería más justa y equitativa, sino que seguramente la vocecita de nuestra conciencia nos hablaría en un tono un poco más bajo (suficiente para que nuestro oído pueda escucharlo de vez en cuando).

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