Mari Carmen Basterretxea

«Sorgiña» y la caza de brujas

Para saber cuál es el significado de sorgina hay que analizar el contexto social donde comenzó la caza de brujas. El Vaticano creó la Santa Inquisición, tras la celebración del Concilio de Tours en 1163, bajo el papado de Alejandro III; un concilio que acordó la persecución y castigo de todas aquellas actitudes que fuesen consideradas herejías en la Iglesia católica. El Papa Alejandro III en 1179 ordenó el bellum sacrum, que significó la cruzada o guerra santa contra los cátaros, albigenses, gascones, tolosanos, patarenos, publicanos, barbantiones, vascos, etc. Los términos patarenos, publicanos y barbantiones eran términos peyorativos utilizados por los clérigos medievales para designar a los herejes. Para realizar la cruzada, en 1184 el Vaticano fundó la Inquisición en la zona de Languedoc, en el sur de la actual Francia. Aquella cruzada o guerra santa se puso en marcha a principios del siglo XIII, cuando el Papa Inocencio III y el rey de Francia organizaron el inicio de la cruzada contra los cátaros y albigenses en Béziers. La consigna de Inocencio III fue: «Matadlos a todos; Dios reconocerá a los suyos». Los 20.000 vecinos de Béziers fueron masacrados durante la cruzada contra los cátaros-albigenses en 1209, sin importar si las víctimas eran herejes, niños o ancianos; la cruzada contra los cátaros-albigenses terminó en 1244. Los siguientes en el punto de mira del bellum sacrum eran los vascos.

Desde la Edad Media las tierras vascas fueron consideradas tierras de brujas, según la tradición historiográfica; el primer caso fue en 1279 en Tudela de una mujer multada por curar con hierbas a otra mujer. Pasado un tiempo, los acontecimientos fueron encrudeciéndose. Según Julio Caro Baroja, la pena de hoguera adquirió la máxima popularidad en la segunda mitad de la Edad Media, en Francia, acusando de hechicería a obispos, soldados y damas de alta alcurnia, donde el terror se expandió a causa de la cruzada realizada contra los cátaros-albigenses. Aquel terror por proximidad geográfica se extendió a los pueblos del Pirineo, y así en Isaba, en 1334, fueron quemadas 3 mujeres acusadas de utilizar pócimas. Aquello significó que la Santa Inquisición estaba preparando algo terrible. En 1442, en los alrededores de Anboto, en la zona de Durango, 100 personas fueron detenidas, de las cuales 13 fueron quemadas en Durango. En 1507 en Calahorra, 29 mujeres vizcaínas fueron quemadas. Después de la conquista militar de Navarra, la Inquisición entre 1525 y 1527 detuvo a 40 personas de las zonas de Salazar, Aezkoa, Erro, Orreaga e Iruña. En 1525 en Burguete quemaron a 4 mujeres y a un hombre en la plaza pública. En 1540, en los valles de Salazar y del Roncal, 49 personas fueron acusadas de brujería. En 1555 en Zeberio, 21 personas fueron condenadas. En 1609, 31 personas de Zugarramurdi y Urdax fueron condenadas. En 1610 en Lapurdi, Pierre Lancre quemó 600 mujeres, niños y curas en 4 meses. Aquel genocidio se terminó con el regreso de los marineros de Terranova, quienes organizaron una gran revuelta. En 1611, 3 mujeres de Hondarribia fueron acusadas de participar en los aquelarres; fue un proceso largo y al final fueron desterradas de Hondarribia.

Las primeras actuaciones contra la supuesta brujería se realizaron en zonas rurales, cuya población vivía en su modo de vida autóctono, estructurado en el linaje materno, con sus propias creencias en el numen Mari, la gran creadora de vida. En la transmisión oral, Mari aparece con un séquito de sorgiñas; esta imagen representa la estructura social del linaje materno y también muestra que las sorgiñas son las mujeres, en general. En aquella época los pueblos vascos eran libres, se regían por sus propias leyes, con una organización social de democracia directa constituida por los concejos abiertos, donde la organización social era equitativa e igualitaria. También, las mujeres eran poseedoras del conocimiento milenario de sanación heredado de sus ancestros, conocimiento de hierbas, manantiales de purificación, arcillas y ungüentos. Así, a la palabra sorgiña, cuyo significado es creadora de vida o hacedora de vida, la Iglesia le impuso el significado de bruja: persona a la que se atribuyen poderes mágicos obtenidos por el diablo. De este modo, se observa que los significados de sorgiña y de bruja no tienen el mismo contenido; los significados de bruja y sorgiña tienen conceptos opuestos entre sí y por ello bruja y brujería no tienen traducción al euskara. Algo parecido ocurrió con la palabra atso; la Iglesia a esta palabra le dio un significado despectivo parecido a bruja vieja. Las atsoa eran mujeres que cuidaban la gestación, el parto y el posparto, con gran prestigio social. También, hay que decir que el rito del nacimiento vasco se llama atsolorra (Gipuzkoa), y el significado social de las atsoa sería: matronas con una gran sabiduría del cuidado.

En los siglos XIII y XIV, la acusación de brujería contra las mujeres era por utilizar hierbas y venenos, acusaciones basadas en tergiversar los conocimientos de las mujeres. A finales del medievo y comienzo de la modernidad, las mentes enfermizas de los clérigos hicieron otra interpretación nefasta sobre el akelarre, diciendo que en estas tierras las mujeres se reunían para fornicar con el demonio; demonio que aparecía en forma de macho cabrío, etc. Akelarre es una palabra compuesta por aker y larre; se traduce como el prado del macho cabrío. Desde el origen de los vascos, el akelarre era un ritual ancestral de limpieza y protección; este ritual se hacía en las noches de luna llena en un lugar de la naturaleza. Este lugar representa a la madre tierra y el macho cabrío representa la fuerza de la fecundación relacionada con los solsticios, con la regeneración de la tierra y con el ciclo de vida; en aquel ritual se cantaba, se bailaba y es posible que aquellas noches se considerasen propicias para la concepción. Estrabón menciona que «los pueblos del norte de Iberia hacen celebraciones en las noches de luna llena, danzando en las puertas de sus casas en honor de un dios innominado». (Estrabón III, 4, 16)

«El numen denominado Akerbeltz tiene facultades curativas e influencia benéfica sobre los animales encomendados a su custodia o protección, influencia que ejerce mediante su símbolo mortal, que es el macho cabrío. Por eso, en algunas casas, deseando impedir que su ganado sea atacado por alguna enfermedad, crían en el establo un macho cabrío, el cual debe ser negro, es decir, Akerbeltz «macho cabrío negro», para que su influencia protectora sea más eficaz» (J. M. de Barandiaran, "Mitología vasca"). Como indica Barandiaran, el color negro del Akerra parece estar asociado a la fertilidad y a la protección de la vida, al color de la tierra.

Algunos autores mantienen la hipótesis de que las mujeres acusadas de brujería y quemadas en las plazas públicas eran matronas o parteras, una afirmación incompleta. La Inquisición acusó a aquellas mujeres de haber obtenido del demonio el conocimiento de hierbas y de sanación; también se las acusó de que en los aquelarres fornicaban con el demonio. Por lo que no todas las mujeres acusadas de brujería eran matronas. De este modo, surge una pregunta: ¿Por qué la Inquisición quería someter a la mujer? Por un lado, la sociedad originaria estaba estructurada en el linaje materno; por otro, la mujer en aquella organización tenía grandes conocimientos recibidos de sus ancestros, que eran conocimientos en áreas de materia y energía. Como dice Carl Jung: «todo nace en el útero y en el útero existe el útero energético; sin un útero no se puede crear nada, y en el útero energético se crean realidades de vida, las representaciones, abundancias, etc., y el útero es el que da el poder a la mujer». De este modo, el Vaticano codiciaba ese poder y no podía admitir que la mujer tuviese el poder; el Vaticano quería el poder de la mujer con el objetivo de dominar el mundo.

Hasta 1484, en el documento "Canon Episcopi católico", se considera que creer en la brujería era una herejía por ser una fantasía; después de esta fecha, la brujería era considerada una herejía por ser una realidad. Este cambio hizo que la Inquisición comenzase a actuar con más dureza. Las mentes enfermizas de la iglesia comenzaron a llamar aquelarre a toda reunión que se hacía en los pueblos, como las reuniones concejiles, las reuniones de las juntas, etc. El III Concilio de Trento (1562-1563) llegó a excomulgar a todos los vascos, por paganos y por ejercer violencia contra los cristianos. En la transmisión oral se mantiene que los vascos envenenaban los pozos de agua en los caminos rurales cuando pasaban, por aquellos lugares, cardenales y hombres de iglesia. La razón de aquellas actuaciones contra los hombres de iglesia era defender a la población vasca, a sus tierras y a las estructuras de organización social autóctonas que los cristianos, católicos y la Santa Inquisición estaban destruyendo para imponer el modo de vida: primero, feudal patriarcal colonial; después, la sociedad capitalista patriarcal colonial, cuyo resultado es el neoliberalismo patriarcal colonial actual. Hay que destacar que la colonización vasca se hizo primero mediante la conquista territorial y, acto seguido, la destrucción de su modo de vida originario, y para ello el Vaticano utilizó la Inquisición, la caza de sorgiñas. Este proceso se hizo en toda Europa; según el antropólogo Marvin Harris, se estima que la Inquisición, en el proceso de la caza de brujas, asesinó a 500.000 mujeres, aunque pueden ser más.


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