Joseba Permach Martin
Economista y sociólogo. Miembro de Iratzar Fundazioa

Terminator y la distopía 4.0

¿Y por qué nos presentan como problema lo que bien pudiera ser una solución?

El pasado domingo las páginas del diario GARA se hacían eco del último informe de la OCDE sobre empleo y robotización. Las conclusiones del mismo, en general, eran las mismas que la de la mayoría de trabajos anteriores sobre el tema. Hace unos meses publiqué en otro espacio un muy extenso artículo sobre el tema y he pensado que al hilo de esta última publicación merecía la pena realizar un resumen del mismo para los lectores de GARA.

Terminator entra en acción

El año 2013 los profesores de la Universidad de Oxford Frey y Osborne presentaban un trabajo titulado The future of the employment en el que alertaban que «de acuerdo con nuestras estimaciones el 47% de los empleos están en riesgo». En este emblemático trabajo se anunciaba de forma dramática la desaparición de un buen número de ocupaciones y, por si fuera poco, correlacionaron negativamente salario y computarización. O dicho de otra forma, que los procesos de robotización iban a generar, también, la disminución de los salarios. Terminator entraba fuerte en escena disparando, sin contemplación alguna, contra empleos y salarios.

Obviamente, el debate sobre las consecuencias del desarrollo tecnológico en el empleo no es nuevo y podemos recordar, por ejemplo, al movimiento ludita del siglo XIX destruyendo las máquinas que supuestamente iban a acabar con el empleo. Lo cierto es que la tecnología siguió avanzando y el número de personas empleadas también. Ahora, sin embargo, el anuncio sobre la amenaza tecnológica o de la robotización no proviene de la clase trabajadora. Son los economistas e instituciones económicas del establishment las que permanentemente nos acribillan con informes que vienen a recordarnos que Terminator 4.0 está a la vuelta de la esquina.

Por ejemplo, el informe Industria 4.0: Global Digital Operations Study 2018 realizado por la consultora PwC para 27 países hablaba del fuerte efecto que iba a tener la automatización en el empleo y cifraba, por ejemplo, que el 34% de los empleos del Estado español iban a ser automatizados para el 2030. Por su parte, el Foro Económico Mundial (Davos) lleva años introduciendo este tema en su programa de debate y con ello, obviamente, pretende extender dicho debate al conjunto de la opinión pública mundial. De hecho, este organismo publicó el pasado año The Future of Jobs 2018 en el que se vaticina la posible pérdida de 75 millones de empleos. Este trabajo, además, es la segunda edición de un primer informe publicado en 2016.

Es evidente la intención del foro de los más ricos del planeta por insertar permanentemente este debate en los medios y para ello, bien en forma de informes o programándolo en sus reuniones, nos recuerdan que independiente de su magnitud, es cosa de tiempo, Terminator viene a por nosotras y nosotros.

Terminator acabará contigo, no te resistas

¿Pero y qué busca el establishment con la publicación de dichos trabajos apocalípticos? Pues ni más ni menos que titulares, por ejemplo, como el publicado por El País en noviembre del 2017: «La robótica eliminará hasta 800 millones de empleo en el 2030». Y si alguien tiene duda de las intenciones del diario, añado el segundo titular de la noticia que nos alivia la dramática amenaza al decir que si bien Japón, EEUU y Alemania serán los más golpeados por la automatización, «El impacto en México será menor por los bajos sueldos». ¿Bajar los sueldos es la solución?

En este caso el informe fue realizado por la Consultoría Mackinsey Global Institute. Véase la calidad científica del mismo que calculaba entre 400 y 800 millones los empleos que iban a desaparecer. ¡Y qué más da que un estudio de semejantes características se parezca más a una predicción de cualquier adivinador televisivo que a una investigación científica, si lo que buscaban la Consultoría Mackinsey Global y El País era meternos el miedo hasta los huesos!

Dice Marina Garcés que vivimos un tiempo donde todo se acaba, se agota y «ya hace tiempo que se decretó la muerte del futuro y la idea de progreso». La pérdida del futuro tiene consecuencias directas en la desaparición de un horizonte que nos marque el camino por donde transitar. Ello, obviamente, tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, de reflexionar y, por ende, de actuar. La desaparición del futuro tiene consecuencias hoy, aquí y ahora en la medida que negándonos el poder avanzar, solo nos queda retroceder o simplemente resistir de forma pasiva ante la que se nos avecina.

La robotización o la digitalización pudieran aparecer como la solución a muchos de nuestros problemas, sin embargo, son presentadas, representadas, como auténticas amenazas con las que resulta inútil combatir. «La fascinación por el apocalipsis domina la escena política, estética y científica. Es una nueva ideología dominante que hay que aislar y analizar, antes de que como un virus, se adueñe de lo más íntimo de nuestras mentes» incide Marina Garcés. El virus generador de las distopías 4.0 no tienen otro objetivo que negar la posibilidad de nuevas utopías 4.0 que puedan guiar nuestras luchas, nuestros esfuerzos y nuestras vidas.

Los marcos y conceptos del virus terminator

La robotización generará la desaparición de millones de empleos. Como hemos visto, ese es el nuevo virus terminator que en forma de marco o frame pretende infectar nuestras mentes para negar una reflexión diferente a la distopía establecida por el capital y sus intereses.

Ese, y no otro, es el objetivo del marco estudiado: engancharnos a una lógica sin solución. Una ecuación donde a la gran mayoría de las personas de a pie no les queda otro remedio que resignarse ante dicha evolución y aceptar, entre otras cosas, jornadas de 40 horas o más, bajadas de sueldo y un sistema socialmente injusto sin precedentes .

Se puede plantear, con absoluta lógica que la robotización y la digitalización debieran dar pie, directamente, a la reducción de la jornada laboral, pero al establishment no le interesa ese debate. Le es mucho más rentable extender los contratos parciales involuntarios, con sueldos miserables, que aceptar una lógica e histórica reducción de la jornada laboral debida a avances tecnológicos.

Reflexionando sobre el tema, recientemente Zizek se pregunta si «no es esta amenaza una buena razón para reorganizar la producción de manera que los obreros trabajen menos? En pocas palabras, ¿no es este problema su propia solución?». ¿Y por qué nos presentan como problema lo que bien pudiera ser una solución?

Además, utilizar en todos esos informes la palabra empleo y no trabajo, deja fuera de nuestro marco reflexivo el trabajo no remunerado. Utilizar empleo y no trabajo deja fuera la economía de los cuidados. Utilizar empleo y no trabajo posibilita hablar, como mucho, del reparto del empleo, pero en ningún caso del reparto del trabajo.

Y unido a ello, pero en el propio marco del «empleo»: nos dirigimos a una sociedad donde la robotización y la automatización se van a extender. Si, de acuerdo. Pero también nos dirigimos a una sociedad donde las personas mayores cada día van a ser más y donde la economía de los cuidados debiera de ir en aumento. ¿Por qué se oculta este segundo escenario? ¿Por qué se prestigia la digitalización y no el cuidado de las personas? ¿Cómo afecta todo ello al reconocimiento de dichos trabajos y a sus sueldos? ¿Qué efecto tiene todo ello en la brecha salarial entre mujeres y hombres? ¿Si la robotización puede generar la disminución o desaparición de muchos trabajos, por qué no re-enmarcamos el debate y hablamos del reparto de trabajo tanto en las esferas productivas y reproductivas? ¿Y por qué no dejamos de presentar lo reproductivo como algo subalterno a lo productivo? ¿Por qué la revolución digital y la robotización 4.0 no pueden servir para abrir el debate sobre una jornada laboral establecida hace ya cien años y en condiciones tecnológicas totalmente diferentes? ¿Y por qué, en definitiva, no pensamos, y re-pensamos, la economía para repartir todo el trabajo y toda la riqueza y vivir en una sociedad más igualitaria?  

Para ello se necesita, entre otras cosas, ensanchar el marco de lo posible. Se trata de no tragar con ruedas de molino 4.0 y ofrecer un marco, un nuevo horizonte, de transformación económica, política y social hacia el que transitar con ilusión y convencimiento. Como dice Lakoff «el cambio de marco, es cambio social».

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