Patricia Perales y Nahia Fernández
Concejala en el Ayuntamiento de Iruñea por EH Bildu y coordinadora de barrios de EH Bildu Iruñea respectivamente

Todas somos necesarias para profundizar en el cambio

Sabemos que siempre supone un problema de equilibrio entre lo que como fuerza política quisiéramos hacer y lo que en ese momento somos capaces de hacer. Equilibrio entre lo que quisiéramos hacer, entre nuestro propio proyecto y las condiciones para avanzar en esa dirección.

Leemos con agrado que tanto IE como Aranzadi en esa profusión de mensajes de estos últimos días se revindican como parte del cambio. Nosotras así lo entendíamos también hace escasamente tres semanas, cuando había consenso con respecto a algo más del 80% de las Inversiones Financieramente Sostenibles (IFS). Lo pensábamos el día en el que el pleno rechazó las IFS con la abstención de Aranzadi e IE, cuando habíamos planteado un acuerdo a Aranzadi incluyendo una partida para la Casa de las Mujeres y otra para el carril bici y que no sabemos por qué lo rechazaron. Y aun así seguimos pensándolo también hoy.

En cualquier caso, nosotras no somos nadie para concluir quien es parte del cambio y quien no. Creemos que todas debemos estar muy tranquilas al respecto. Porque no se trata de un debate abstracto, sino una posición muy concreta y todas vamos a tener tiempo y oportunidades para demostrarlo. No faltarán momentos en lo que queda de legislatura en los que cada una habrá de tomar decisiones que le sitúen ante el cambio, ante la base social del cambio y ante la ciudadanía en general. Dentro de muy poco las IFS, la OPE, los presupuestos para el 2019 etc.

Tendremos oportunidad de demostrarlo en las movilizaciones sociales, porque en ellas nos veremos sin lugar a dudas. En otoño, en la defensa de las libertades democráticas, de los derechos sociales, en la defensa del euskera, en la lucha contra proyectos desarrollistas y especulativos como el TAV. Nos veremos en ese caminar indignado pero sereno al mismo tiempo, exigiendo el esclarecimiento de los sucesos de los sanfermines de 1978, exigiendo la eliminación del techo de gasto, defendiendo el derecho a la vivienda etc.

Y por supuesto, tendremos oportunidad de demostrarlo tanto en junio del 2019 al comienzo de la nueva andadura como en el resto de la siguiente legislatura, donde una vez más cada ciudadana y cada fuerza política tendremos que tomar decisiones y asumir las responsabilidades personales y colectivas que sean necesarias para que el cambio siga adelante con más profundidad y con más ritmo si se quiere.

Nosotras no encontramos diferencias reseñables entre lo que plantea Aranzadi y lo que planteamos nosotras en la mayoría de los temas (ni en movilidad, ni en el tema de la Casa de la Mujer, ni en tantos otros...), pero lo que sí tenemos claro es que Aranzadi no ha sido capaz de generar las condiciones necesarias para concretar algunos proyectos, y que eso no es debido ni a «falta de valentía política», ni a un no cuestionamiento en profundidad del sistema.

Queremos insistir también en la necesidad de repensar entre todas la manera de hacer política. Los consensos, en primer lugar, son con la ciudadanía y para dar respuesta a sus necesidades. En segundo lugar, los consensos entre fuerzas políticas responden a proyectos comunes y/o a la responsabilidad asumida ante la ciudadanía. El consenso lleva consigo el derecho al disenso, a la diferencia y a la crítica. Pero la voluntad y la necesidad de llegar a acuerdos y de generar consensos nunca nos da el derecho a veto, al bloqueo y al derroche de energías en discusiones que en nada se corresponden con lo que quienes apostaron por el cambio esperan de todas nosotras.

Desde diferentes sectores se plantea a menudo que las «instituciones tienen sus limitaciones en los procesos de cambio»... Lo sabemos desde que decidimos participar en la lucha institucional y asumir responsabilidades también en la gestión. Y desde ese día sabemos también que la institución no puede ser vanguardia del cambio social. La institución puede colaborar, abrir puertas, aportar instrumentos a ese cambio social que ha de protagonizar la ciudadanía. Desde entonces sabemos también que a menudo es una tarea ingrata, un trabajo de hormiga que parece no dar frutos.

Sabemos que siempre supone un problema de equilibrio entre lo que como fuerza política quisiéramos hacer y lo que en ese momento somos capaces de hacer. Equilibrio entre lo que quisiéramos hacer, entre nuestro propio proyecto y las condiciones para avanzar en esa dirección. Equilibrio entre las fuerzas y energías dedicadas a la tarea institucional y la implicación en la vida asociativa, en los movimientos sociales, en el propio funcionamiento como organización política.

Sabemos que hace falta paso corto y vista larga. Tenemos también la satisfacción de que nuestra base social así nos lo demanda, tal y como lo hizo la primera semana de julio en la asamblea celebrada y en todos los marcos organizativos en los que se debatió sobre la crisis generada por la abstención de IE y Aranzadi.

Nosotras sabemos que tenemos todo por aprender todavía. Aprenderemos de nuestra base social, en la relación con otras fuerzas políticas, del trabajo y las relaciones con los movimientos sociales, de la ciudadanía de Iruñea, para que el cambio avance, para que sea más profundo y duradero.

Miles de personas en nuestra ciudad han peleado durante décadas, se han dejado la piel para poner en marcha un cambio político y social, y nos muestran hoy día el camino que debemos recorrer. Con paciencia pero sin pausa, con firmeza y radicalidad en el proyecto y en el compromiso, pero con capacidad para generar empatía, consensos, adhesiones y empoderamiento. Radicalidad y también humildad, flexibilidad, renovación, capacidad de suscitar adhesiones y concretar los proyectos.

Así pues, a trabajar, a seguir impulsando el cambio, a atender a las necesidades de la ciudadanía, a construir ese nuevo modelo de ciudad y a debatir en profundidad en los marcos que haga falta.

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