Iñaki Uriarte
Arquitecto vasco

Txabi Etxebarrieta in memoriam

El autor argumenta la importancia de la memoria recordando el impacto que tuvo en la sociedad vasca la muerte de Txabi Etxebarrieta a manos de la Guardia Civil en pleno franquismo, y subraya la admiración que llevó a Jorge Oteiza a ceder una escultura en recuerdo de Etxebarrieta, que fue situada en Benta Haundi.

El pasado 7 de junio se cumplió el quincuagésimo aniversario de la muerte tiroteado por la Guardia Civil española de Txabi Etxebarrieta Ortiz (Bilbao, 1944-Tolosa, 1968) joven vasco de 23 años en el paraje conocido como Benta Haundi en el barrio Olarrain de Tolosa. Licenciado con notoriedad en Ciencias Económicas por la facultad de Sarriko en Bilbao, brillante escritor y poeta. Hombre profundamente inquieto que entregó sus conocimientos y convicciones a la actividad social y política para contribuir en la resurrección identitaria vasca oprimida por la sublevación militar de 1936, la derrota en la guerra y la criminal represión global franquista en todos los ámbitos, desde la libertad de expresión, a la cultura y el euskera.

Etxebarrieta fue el primer miembro muerto de un proceso de liberación nacional que una década antes había iniciado otro grupo de relevantes personalidades del ámbito universitario, intelectual y cultural culminado con la constitución de una organización política, Euskadi ta Askatasuna, que tuvo que recurrir a la defensa armada como único y último recurso.

Su asesinato, al que siguió el de otros muchos significativos militantes en años posteriores, supuso una enorme conmoción social en Euskal Herria pero su recuerdo ha permanecido constante en estos 50 años transcurridos. Etxebarrieta representa el compromiso absoluto de quien ofrece su personalidad inquebrantable al servicio de un proceso de autoafirmación que de diferentes modos ha sido constante en todo este tiempo. Asumió, como otros miles de vascos pero con especial implicación, un deber ineludible como abertzale y antifranquista. Impulsando la paulatina creación de las estructuras sociales, culturales, artísticas, musicales, educativas, ideológicas, laborales e incluso económicas que fueron surgiendo, se han ido consolidado y asimilado configurando un modelo de país desde criterios muy coincidentes a los que se iniciaron en aquel periodo de progresismo revulsivo del resurgir vasco.

El historiador francés Pierre Noval (París, 1931) en su gran libro en tres tomos basados en la historia y la identidad de Francia, "Les lieux de memoire" (1984, 1987 y 1992) con el solo título ya creó un concepto y término nuevo, «lugares de memoria» que definía como «Cualquier entidad significativa, de naturaleza material o no material, que por la voluntad humana o la obra del tiempo se haya convertido en un elemento simbólico del patrimonio memorial de cualquier comunidad».

En el libro se reafirman ideas relativas al recuerdo, el lugar y su debida apreciación que anónimamente ya estaban en el subconsciente humano quizá sin la debida consideración y en sus diversas dimensiones espirituales. El lugar de memoria es una referencia fundamental del legado común de una sociedad con el que no solo se identifica colectivamente sino que lo reivindica en su condición de algo propio con un significado entrañable, irrenunciable.

No podemos olvidarnos de recordar. La memoria es la esencia de nuestra identidad. Todo pueblo que pretenda manifestar su singularidad debe divulgar y conmemorar sus referencias genuinas, hechos esenciales de su pasado, sus episodios históricos. El recuerdo de un acontecimiento singular o de una personalidad destacada ha sido y continua siendo una realidad de raíz histórica y expresión inmaterial que se transmite en modo de memoria imperturbable al paso del tiempo, y esa memoria que apela a la comunidad frecuentemente se convierte en otra simbólica, material, habitualmente de carácter artístico y en ocasiones monumental, que como testimonio la perpetúa.

El reconocimiento a la personalidad de Etxebarrieta desde el momento de su fallecimiento y a pesar de la represión de la época tuvo una gran, pero prudente, acogida social. Su recuerdo adquiere mayor notoriedad gracias al afecto de Jorge Oteiza cuando proclama: «7 de junio, sacrificado en Benta-aundi el primero de nuestra Resistencia última (…) variante del Par móvil para una Estela funeraria por fusilamiento. Cuando subo el 1 de noviembre a Aránzazu, ya he decidido que pondré en lo alto del Muro, el Hijo muerto, a los pies de la Madre que estará mirando al cielo, clamando, hablando, no sé…». Y prosigue: «1968 Preparaba Txabi Etxebarrieta un estudio-guión manifiesto para los artistas e intelectuales vascos y quiso consultarme y discutirlo conmigo, yo estaba en Irún, había decidido subir en Noviembre a Aránzazu para terminar mis esculturas del frente de la basílica. Pero tuve que ir a Madrid (…) y allí fue que me golpeó, la noticia de su muerte. Con la fotografía muy borrosa del periódico y como muy distinto, entre las manos, no podía entender que para siempre lo habíamos perdido».

Esta admiración de Oteiza por Etxebarrieta se concreta con la cesión e instalación de una obra artística, "Par Móvil" de acero corten, una evolución y ampliación única de 1993, de la realizada en aluminio en 1956, colocada posteriormente en Benta Haundi en 1994 para su perenne homenaje.

Valor histórico. La figura de Etxebarrieta tiene una indudable significación que permanece en la memoria del pueblo vasco, al menos de generaciones recientes, por su trágico fallecimiento como un episodio de singular trascendencia política que ya pertenece a la historia contemporánea vasca.

Valor emocional. Este lugar, Benta Haundi para gran parte de Euskal Herria nos evoca sentimientos muy profundos y cuando transitamos por este lugar tenemos espiritualmente un trasvase emocional, íntimo hacia una persona comprometida con la idiosincrasia de un país, el suyo, el nuestro, que solo pudo vivir 23 años pero que medio siglo después recordaremos para siempre.

Por todo ello he solicitado ante el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco que el paraje de Benta Haundi donde concurren dos referencias complementarias y consecuentes, una inmaterial, el histórico trágico acontecimiento y otra tangible, el elemento artístico al que está íntimamente vinculado, sea declarado en la nueva Ley de Patrimonio Cultural Vasco en trámite, Bien Cultural con la categoría de Sitio Histórico. Un deber de memoria.

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