Juan Carlos Pérez Álvarez

Un desperdicio de suicidio socialista

Ante la perspectiva de unas terceras elecciones en el Estado español algunos llegaron a la solución más sencilla: el seppuku del PSOE. Adelante con los faroles. Salvo que con esa super maniobra digna de Manolo y Benito lo único que han logrado es destruir las opciones de un PSOE que ya venía dividido desde… bueno, el PSOE siempre ha sido así. Recordar que fue a la guerra civil dividido en tres partidos. Así que eso no es problema. El problema viene en cuanto a que lo han hecho, ¿para que? Y sólo parece que sea para intentar darle 4 años más a Rajoy, al PP, al presunto antagonista del PSOE. ¿Se imaginan a Batman dándole 4 años más de cancha al Joker? ¿Y a Superman dándole 4 años suyos de vacaciones en favor de Lex Luthor? Pues eso.

Efectivamente el problema subyacente es de legitimidad democrática y que empapa la realidad del estado español. Es una causa estructural. La militancia del PSOE es reflejo del trato que da el PSOE (y el PP) a la ciudadanía española en general. No quieren contar con su concurso en las decisiones importantes, no vaya a ser que se equivoquen, como pasó cuando eligieron a Pedro Sánchez. Y lo peor es que si hubiera primarias puede que volviera a ganar. Se presentó con un proyecto, con un programa, que podrá gustar más o menos, pero contó con el respaldo de la gente, de la gente socialista del PSOE. Y esa debiera ser la base de lo demás.

De los 4 magníficos ninguno debería verse motivado a alzar mucho la voz. El PP hace lo que en ajedrez se llama el submarino. Podemos vetó tras la primera elección un gobierno socialista de Pedro Sánchez en favor de uno de Rajoy, que se rajó en presentar su candidatura entonces. Y Ciudadanos primero con Sánchez y luego con Rajoy. Grouchomarxismo. Y el PSOE primero no quiso negociar con Podemos y después en la segunda, cuando Pedro intento atreverse a negociar más allá de las líneas rojas del Comité Federal le cortaron la cabeza en un golpe palaciego. Porque Pedro Sánchez se limitó a cumplir lo que le habían mandado hacer. Esa es la cosa. Y lo grave.

Ahora el PSOE es como pollo sin cabeza a la espera de una escisión que no se producirá, aunque logrará, probablemente, la pasokización y convertir el partido en uno fundamentalmente andaluz, y dividido por dentro. Por no querer afrontar los debates de fondo que afectan al Estado español. Y esto es la estructura del país como reflejo de la necesidad de reconocimiento de los derechos individuales y colectivos en un estado plurinacional, pluricultural, compuesto, como lo pueda ser Suiza, el Reino Unido, Canadá o Bélgica. Si el PSOE se abstiene con Rajoy, la oposición la lidera Podemos. Si el PSOE se fractura o vota en contra puede haber unas elecciones en las que se hundan sin remedio. No están listos para ellas. Ahora, tras el golpe.

Heredar este PSOE es una ruina que nadie quiere. Que pregunten en Austria por ejemplo a lo que lleva una gran coalición, en las presidenciales. Y guapo será quien lo acepte. Si es que hay alguien. Y lo peor es que todo esto puede haber sido en vano. Además de hueco, por supuesto. Un suicidio ritual para evitar unas elecciones que pueden acabar por celebrarse igualmente. ¡Chapeau!

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