Raúl Zibechi
Periodista

Un mundo en constante cambio, ¿un mundo mejor?

La forma como Washington se propone frenar a China no es a través de la proclamada competencia a través del mercado, sino desestabilizando las regiones que atraviesa la Ruta de la Seda, el principal proyecto estratégico del Dragón.

Los cambios se acumulan a velocidad insospechada. Desde la aceptación del gasoducto Nord Stream 2 por Estados Unidos (que llevará gas de Rusia a Alemania), hasta la retirada de Afganistán que es, en realidad, un reposicionamiento de las tropas estadounidenses cerca de la frontera china, para desestabilizar la Región Autónoma Uigur de Sinkiang, de población mayoritariamente islámica.

Días atrás Berlín y Washington llegaron a un acuerdo por el cual Estados Unidos «permitirá que se complete el gasoducto Nord Stream 2», pero a cambio de que Alemania ofrezca «garantías para proteger el suministro energético de Ucrania», que es el país más perjudicado por la obra (France 24, 22/07/2021). Los opositores del presidente Joe Biden denunciaron el acuerdo porque sería un «regalo» al presidente ruso Vladimir Putin.

La tensión entre Alemania y Estados Unidos se debe a que Washington rechazaba que el gasoducto pasara por el Mar Báltico, dejando por fuera a sus aliados del este de Europa, en especial a Ucrania, que anhelan desestabilizar a Rusia. Al destensar las relaciones con Berlín, Biden pretende contar con Alemania para imponer sanciones más duras a Moscú.

Sin embargo, como plantea el editorialista Spengler en "Asia Times", seudónimo de David Goldman, «lo menos humillante que pudo hacer Biden fue reconocer la realidad y retirarse», ya que Alemania no estaba dispuesta a permitir el bloqueo del gasoducto como pretendió el gobierno de Trump, lo que supone una fenomenal derrota para la diplomacia estadounidense.

«A nadie en Europa realmente le importa lo que Washington piense sobre Nord Stream 2 (y muchos otros problemas)», sostiene Spengler ("Asia Times", 24/07/2021). El problema radica en el fracaso de Estados Unidos para proveer gas a Europa sustituyendo a Rusia. Por falta de inversiones, la producción de gas natural se redujo en aproximadamente un 10% desde el pico de 2019, y la producción de petróleo se redujo en un 20%.

Esto nos lleva al centro del asunto: China va por delante de Estados Unidos en el desarrollo tecnológico. «Ha instalado alrededor del 80% de la capacidad de banda ancha móvil 5G del mundo, el operador de la Cuarta Revolución Industrial tanto como lo fueron los ferrocarriles para la Primera Revolución Industrial, y se está moviendo mucho más rápido hacia ciudades inteligentes, puertos automatizados, vehículos autónomos, autoprogramación, robots y una gran cantidad de otras aplicaciones 5G», sigue Spengler.

Por el contrario, Estados Unidos no cuenta con empresas que puedan competir con Huawei, Ericsson o Nokia, no invierte en energía y los gastos de capital de las empresas industriales están cayendo este año un 35% respecto a 2019. En su conjunto, un pésimo desempeño cuando tiene problemas en las cadenas de suministro ante un aumento de la demanda doméstica impulsada por la Reserva Federal, que está inyectando dólares para impulsar el consumo. Quiebre que está provocando un aumento inesperado de los precios.

En el otro escenario donde se producen virajes importantes, Afganistán y Eurasia, sorprendió la forma caótica en que el Pentágono abandonó sus instalaciones, sin la menor coordinación con las autoridades afganas. «Abandonaron la base aérea de Bagram (la más importante en la región) en medio de la noche sin previo aviso y nunca entregaron formalmente la base al Ejército afgano. La base fue saqueada de inmediato ("Asia Times", 29 de julio de 2021).

En realidad, como deduce la analista iraní Nazanín Armanian, «el argumento de Biden para sacar las tropas de Afganistán es que China se ha convertido en la prioridad número 1 de su política exterior» ("Público", 23/07/2021). Las tropas se reposicionan en países vecinos, mirando hacia China y de modo particular hacia la Ruta de la Seda.

Por eso la analista concluye: «Biden lanza la nueva guerra bélica en Afganistán con el fin de ganar en la guerra comercial y económica con China. Todos los países de Asia Central están integrados en la Iniciativa de la Franja y la Ruta china que une Asia con Europa a través del Cáucaso». El objetivo es impedir que China involucre al Gobierno afgano en la extensión del Corredor Económico China-Pakistán.

El corredor de 3.000 kilómetros está en proceso de conectar el puerto de Gwadar, en la estratégica boca del Mar de Arabia, con la región autónoma de Sinjiang en el noroeste de China, mediante una red de autopistas, vías ferroviarias y ductos petrolíferos.​ Es la pieza central de las relaciones entre China y Pakistán y un ramal decisivo de la Ruta de la Seda.

La forma como Washington se propone frenar a China no es a través de la proclamada competencia a través del mercado, sino desestabilizando las regiones que atraviesa la Ruta de la Seda, el principal proyecto estratégico del Dragón.

Para desestabilizar Eurasia y evitar que sigan siendo remodeladas por la alianza estratégica sino-rusa, el Pentágono apuesta a la violencia de los terroristas que ha creado, como los talibanes y probablemente Al Qaeda. Sin embargo, China se apresuró a sellar una alianza con las milicias afganas.

Esta semana se produjo una reunión pública entre ambos, en la que China aceptó a la milicia «como interlocutor válido y como parte del proceso de reconstrucción de Afganistán tras el comienzo de la retirada estadounidense» ("El País", 28/07/2021). Los talibanes controlan la mitad del país y se espera que sigan avanzando, pero Beijing ha conseguido que Afganistán no se convierta en una base para desestabilizar la región. Si las cosas funcionan como se espera, el país que EEUU acaba de abandonar puede integrarse a la Ruta de la Seda a través de una carretera entre Peshawar, frontera paquistaní, y la capital afgana Kabul.

En los próximos años asistiremos a una feroz disputa en el corazón de Eurasia, con epicentro en Pakistán, Afganistán y Uzbekistán. El mundo que emerja de estos conflictos geopolíticos puede ser incluso más desigual e injusto que el actual si triunfan las fuerzas más militaristas.

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