Elias Anton Murgiondo

Un país a trozos

¿Por qué el PP no existe en la CAV...? La respuesta es clara, sólo es cuestión de imaginación: porque existe el PNV, el partido de la derecha vasca que cubre las aspiraciones de cualquier abducido de «orden» y que odia la igualdad.

Sin salir de la pandemia y buscando sensatez y tranquilidad, en el «tercio regional» paralelo nos anuncian elecciones para continuar con la verdadera pandemia que surgió en los años 30 (36-39), para seguir disfrazando la realidad, para seguir adormeciendo y mintiendo a la población vasca (también a la española), desde el púlpito de un «oasis» fraterno que encuentra sus alianzas en la patronal y la religión, olvidando los caidos y las muertas, los presos y las presas, las fosas y las cunetas y manteniendo a la caterva histórica que utiliza el sudor y la plusvalía para enriquecerse y violar los derechos de las mayorías sin escrúpulos ni disimulos. Una parte del «País de los Vascos» va a votar para formar un «gobierno» bajo un régimen monárquico, con otra parte que ya ha votado y bajo una república jacobina, donde la tercera parte no vota, porque ya lo hizo hace un par de años y tambiés sigue bajo la monarquía, no la originaria, pero sí para definir a sus habitantes como siervos y vasallos, es decir, para continuar jugando en el campo virtual de la dominación edulcorada.

El 12 de julio se celebran en la CAV unas elecciones trucadas, donde el regionalismo vasco se va a repartir la gobernanza, pues los partidos que van a volver a unirse juegan con el poder alienante de una población dividida y desmemoriada; se unirán el PNV y el PSOE, dos partidos regionalistas españoles que aspiran a mantener sus cuotas de control y poder para jugar en el casino de las cuentas públicas y ganar el porcentaje pactado para seguir gozando de sus privilegios y puertas giratorias que les permitan llenar las bolsas. ¿Por qué el PP no existe en la CAV...? La respuesta es clara, sólo es cuestión de imaginación: porque existe el PNV, el partido de la derecha vasca que cubre las aspiraciones de cualquier abducido de «orden» y que odia la igualdad. El partido jeltzale (Jaungoikoa eta Lege Zaharra) cubre a la perfección los objetivos de la derecha española en la CAV y de ahí su implantación. Por ello se une una y otra vez con el centralismo en Madrid (sea el PP o el PSOE) y de igual modo en el trozo vasco de la CAV. El país (Euskalherria) está dividido (divide y vencerás), y las fuerzas abertzales (la) deben luchar contra una realidad impuesta, donde los territorios dispersos juegan sus bazas con diferentes estrategias, labor ardua que obliga a superar contradicciones de diversa índole.

Ocurre en Iparralde, territorio jacobino que en su tiempo utilizó la guillotina para acabar con la servidumbre y dominación monárquica, pero que no supo administrar la democracia y organizar una verdadera república libertaria. Los avances de la población vasca de Iparralde nos indican caminos a seguir, nos están diciendo lo necesario para una buena química sobre el uso adecuado de los vasos comunicantes... Produce alegría comprobar la llegada a puestos principales en la administración municipal de personas que tienen sus origenes en las peleas que han carazterizado el «conflicto» en Hegoalde, sin olvidar las aportaciones interclasistas para el final ordenado de la confrontación armada o la formación del «Departamento Vasco». El trozo republicano jacobino apunta buenos modos para la observación y la solidaridad, para el diálogo y la unidad política, cuestión a tener en cuenta a la hora de compartir objetivos que el regionalismo español descarta. El hecho de hablar desde Nafarroa, donde no hay elecciones y las políticas resultan bastante obtusas (oscuras), donde el único grupo abertzale tiene que desdoblarse una y otra vez para impedir que el «requeté-falangismo» asuma las riendas del tercer trozo de la parte vasca dividida entre dos monarquías (la histórica y la actual...), quizás pudiera sonar a intromisión, pero me duele Euskal Herria, troceada y dispersa, donde unos y unas han dado tanto, donde otros disfrazados cambian la Historia y ofrecen un relato entreguista y reacconario.

Si quiero hablar sobre las elecciones en la CAV es porque me importan, porque observo cómo hay entreguismo, como las mentiras repetidas calan en mentes egoistas o desclasadas, en el seguidismo a un oráculo maniqueo y embustero; los casos de corrupción, el despilfarro del TAV, la imposición de la incineradora, el desastre de Zaldibar, el caso De Miguel, los alcaldes de Alonsotegi, etc. demuestran la mala gestión, la gestión partidista de una saga corrúpta y alejada de las verdaderas necesidades de este pueblo troceado que debe confluir en una respuesta republicana (vasca). A estas alturas y a falta de poco tiempo para acudir a las urnas, dentro de esta pandemia nefasta, con la experiencia de los años de negación y sufrimiento, con los años de alegrías y fiestas, con el recuerdo de los y las amigas que nos dejaron, con el recuerdo permanente de los presos y presas alejados en las mazmorras de la dispersión, sólo se me ocurre una papeleta, la papeleta de la honestidad,la solidaridad y la de la libertad: la papeleta para Maddalen Iriarte, la papeleta para EH Bildu. Gora herria!

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