Iñaki Egaña
Historiador

Una de guiris

En estas semanas en las que las carreteras y las playas, los senderos y las terrazas están repletos, rara es la vez en la que alguna o alguno de esos viajeros modernos, turistas, no se acercan con interés a nuestros txokos, inquieren sobre tal o cual pancarta, se asombran por una encartelada en favor de políticos presos o incluso preguntan por esa lengua tan complicada, el euskara, que aparece y desaparece en carteles, en ristras de menús, en conversaciones de vecinos. Aterrizaron en esa Euskal Herria, que alguna vez oyeron, referencia de diferencias.

Los hay también quienes, en la muga, repostan unos litros de gasolina y aprovechan la ocasión para comprar una botella de agua, unas patatas chip en celofán y un gorro mexicano. Se pasean por nuestras alamedas con su melena rubia o tiznada, su smartphone de última generación, enlatados en una camiseta futbolera de colores españoles con la intención de empatizar. Se sientan bajo la sombrilla del paseo marítimo, encajan sus gafas de sol y piden en ese idioma que les delata, arrastrando la «r», una sangría bien fría. Han llegado por catálogo y a duras penas reconocen si están en Disneyword, en Torremolinos o en Azpeitia.

Hay de todo en la viña del señor. Bien es cierto que hay una tendencia a difuminar lo vasco, a través de series televisivas que frivolizan, por medio de la invisibilización de nuestras iniciativas particulares más allá del Adur y del Ebro. Que recuerdan que las corridas de toros son castizas también en nuestro entorno, que las cartas se redactan en inglés, que los packs viajeros alcanzan la luminosidad del Sudoeste francés cuando rebasan Baiona o la majestuosidad del Norte español cuando toman un respiro en Bilbo. La contaminación no es únicamente la polución. También la de las mentes.

Es evidente que los primeros son más receptivos a nuestro relato. Su suelo ideológico es más susceptible a absorber mensajes. Pero los segundos, los auténticos guiris, planos en su concepción del universo, presentan un disco duro tan virginal que, cuando reciben información diferenciada, su sorpresa es mayor. Al parecer, creían haber llegado a Dehesa de Perosín y resulta que, en realidad, habían aterrizado en Mundaka.

El asombro se agranda a medida que penetran en ese tejido vasco. La contaminación afloja. Entraron en un txoko que tiene sus días contados, como un centenar, perseguido con saña por un tribunal especial creado en los estertores del franquismo, ese sistema que se equiparaba con orgullo al nazi que gaseaba con Zyklon B en campos como el de Auschwitz. ¿Es que existen tribunales de excepción como en la Turquía de Erdogan?

Pues sí. Un tribunal que ha juzgado a miles de vascos en las últimas décadas. Cuyos jueces no toman declaración de torturas para no incomodar la labor policial. ¿Torturas? Un estudio institucional del Gobierno autonómico señala que tres de cada cuatro detenidos bajo legislación especial han sido torturados. ¿Como en Abu Grhaib? Sí, como en Abu Grhaib. Pero... Cierto, pero las condenas llegan de tribunales internacionales. En España algunos de los torturadores condenados han sido indultados, incluso galardonados.

Ya. Pero será agua pasada. Tampoco son agua pasada. Hoy, una ciudadana vasca espera en Suiza a una petición de extradición a Madrid. Huyó, según su declaración, tras ser torturada y violada en una comisaría policial, en 1999. Tampoco las aguas pasadas han sido filtradas con flúor para hacerlas potables. Decenas de víctimas han tenido que recurrir a la justicia universal para ver atendidas sus denuncias. Una juez argentina ha lanzado mandatos internacionales a Interpol para detener a agentes españoles que mataron, torturaron, robaron. La justicia española ha hecho caso omiso a la orden de Interpol. No reconoce que la justicia sea universal.

No hubo un juez español que ordenó la detención en Londres del dictador Pinochet? ¿Y que la misma se hizo efectiva? ¿No es el mismo juez que da conferencias por América desde posiciones progresistas? Una paradoja. Ese mismo juez, estimado viajero, jamás abrió un sumario por torturas, a pesar de que cientos de detenidos torturados pasaron a declarar por su despacho. Ese mismo juez instruyó el cierre de diarios y revistas, mandó a prisión a decenas de vascos por hacer labor política, prevaricó al acusar a municipios de hacer «limpieza étnica» porque sus recién nacidos se registraban en los hospitales de las capitales.

Un juez, como otros, que ilegalizó partidos, grupos de solidaridad y envió a prisión a decenas de sus miembros. Pero, ¿y la democracia? ¿Las elecciones? No todas las opciones son «legales». Durante años, los partidos independentistas fueron prohibidos, se tuvieron que camuflar en agrupaciones electorales. Luego, esas agrupaciones electorales también fueron vetadas. Y, por si fuera poco, a sus antiguos militantes, una vez cumplida la pena, se les inhabilitó como candidatos. Como en Turquía.

Pero… tienen una amplia autonomía, dicen los que han leído antes del viaje. Con Sanidad, educación, policía… Ya. Relativa. En el país continental no están siquiera reconocidos. La mayoría absoluta de municipios ha optado por el modelo «mancomunidad única». Los que perdieron recurrieron. En 2017 deberá ponerse en marcha el nuevo modelo. A la espera. En Nafarroa, el Constitucional español ha recibido hasta 15 recursos de normas y leyes navarras, puestas por el PSOE y el PP, con el objetivo de tumbarlas. Leyes navarras relativas a las víctimas ocasionadas por funcionarios del Estado, o a la gratuidad en la sanidad para personas en «situación irregular» (migrantes), por ejemplo. En la otra parte del territorio, Comunidad Autonómica Vasca, el 24% de las competencias fijadas bilateralmente en 1979, no han sido transferidas. A pesar de que tenían rango de ley y han pasado 37 años. El territorio vasco está fragmentado en tres escenarios administrativos. Como el Kurdistán, como Irlanda.

Bueno, pero tienen un buen tejido industrial. Tuvimos. Eso es historia. Altos hornos, máquina herramienta, acero, minas… Hoy, únicamente el 11,6% del tejido productivo lo aporta la industria, el motor de cualquier economía. Las compañías se deslocalizan, como Arcelor, cuando no cierran sus plantas. Las acciones de empresas estratégicas están en manos de multinacionales (el accionista mayoritario de Iberdrola, por ejemplo, es Qatar), fondos gigantescos de pensiones. Las diferentes reformas laborales han aumentado la precariedad, la feminización de la pobreza.

Bueno, pero es común a la Unión Europea. Sí, es cierto. ¿Y una especifidad con respecto a Europa? ¿No tienen alguna los vascos? Bueno, la verdad es que muchas. Una de ellas, por citar. No hemos tenido atentados yihadistas en territorio vasco. Hombre, están de enhorabuena. Ya. Pero es que a pesar de que no hemos sufrido atentado yihadista alguno tenemos el índice policial más alto de Europa. La Unión Europea tiene un porcentaje de 388 policías por cada 100.00 habitantes. Turquía de 484, Kosovo de 566. Francia, donde los atentados yihadistas han sacudido su conciencia, tiene un porcentaje de 390. En Euskal Herria de 703. Será por ETA. ¿ETA? Se desactivó hace cinco años. Quiso ordenar su fin, pero la Audiencia Nacional, ese tribunal especial, encausó a los observadores internacionales que ayudaron en ese desmantelamiento.

De verdad? No hay noticias de esos acontecimientos en Europa, en América. Pues se han hecho una decena de Conferencias de Paz sobre el contencioso vasco. En París, en México DF, en Buenos Aires, en Bruselas, en Venecia, en Montevideo. Quizás el eco haya sido mínimo, porque cada año, las arcas estatales insuflan millones de euros, a través de medios, institutos, embajadas, para «demostrar» que el País Vasco, Euskal Herria, no existe. Y que sus presos, exiliados, torturados, representantes institucionales, defensores de su lengua, de sus particularidades son enfermos patológicos. ¿Cuántos viajeros, guiris, volverán con otra idea de nuestro país?

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