Mikel Etxeberria
Militante de la izquierda abertzale

Una mirada en perspectiva

Al igual que de los rigores del invierno brota la primavera, en política, como en la vida, la auténtica trascendencia de las decisiones adoptadas en momentos clave no acostumbra a verse hasta pasado un tiempo. En demasiadas ocasiones acostumbramos a olvidar muy pronto el trayecto hecho para llegar a donde estamos. Mirar hacia atrás no es únicamente un ejercicio de nostalgia o de autocomplacencia cuando todo nos ha salido bien sino también, y sobre todo, una tarea imprescindible de balance y de análisis del camino hecho para aprender de los errores cometidos y afinar mejor los pasos del futuro

La lectura de los últimos comunicados del Colectivo de Prisioneros Políticos Vascos me ha llevado instintivamente a echar la vista atrás para hacer un repaso de los últimos años desde la perspectiva que ahora nos brinda el paso del tiempo. Y es que en los textos de los represaliados encarcelados he visto el formidable reflejo del camino hecho por el conjunto de la izquierda abertzale en el último lustro y, en consecuencia, el acierto de las decisiones estratégicas tomadas, algunas de las cuales no se entendieron debidamente en su momento.

De ahí que me parezca oportuno e interesante de dar unas pinceladas retrospectivas; no por autocomplacencia, sino como refuerzo de la apuesta lanzada y estímulo para los nuevos retos.

Si lanzamos la mirada a cuatro, cinco años atrás, lo primero que nos llamará la atención de manera ineludible y poderosa es el cambio radical del panorama político vasco y, en consecuencia, del escenario y clima de nuestra sociedad. Nada es como lo fuera, y con un panorama que España pretendía de sombras, enfrentamiento y catacumbas hemos echado por tierra los deseos de ese Estado que se las prometía tan felices para colocarnos en lo que hoy en día podríamos denominar una situación de ventaja.

La correcta sincronía del conjunto de la izquierda abertzale ha logrado en menos de un quinquenio uno de los objetivos estratégicos fundamentales en el desarrollo de cualquier conflicto: invertir los valores y colocarse en situación de ventaja.


Evidentemente, para que se produjera el cambio de parámetros se han concitado más factores que los generados por la izquierda abertzale. Se han dado variables relativas a la crisis económica, al escenario político general en el Estado o a la crisis institucional en Nafarroa. Todo ello ha ido provocando la caída de las máscaras tras las que se ocultaban los defensores del statu quo y que su discurso fuera paulatinamente quedando desnudo hasta aparecer en toda su virtualidad.

Así, entre otras cosas, el tremendo desastre general en el que se encuentra España está fortaleciendo el soberanismo en el seno de la sociedad –al igual que en Catalunya– e impulsando hacia la independencia. Catalanes y vascos estamos siendo capaces de transformar las tempestades de España en vientos favorables para nuestras respectivas naciones.

Nos hemos colocado bien y con fortaleza en el camino; una apuesta que, no podemos olvidar, se hizo en un contexto de ilegalidad y persecución. En lugar de cavar túneles para enterrarnos en vida y morir por inanición sin el nutriente imprescindible de nuestra sociedad, hicimos todo lo contrario, precisamente lo que no esperaba el enemigo. El movimiento imprevisible es el que trae las victorias. Y lo hicimos por encima de la proscripción y la represión; explicando la maniobra, de manera incansable, a quienes desde la propia izquierda abertzale no la veían o incluso desconfiaban. Por ahí intentó España meter su pica para provocar una ruptura en el MLNV que frustrara la apuesta y les diera la victoria soñada. Fracasaron. Es más: buscaban nuestra ruptura y han salido rotos ellos.

Era fundamental para el nuevo tiempo disponer de capacidad de movimiento en la legalidad, aunque fuera en el corsé de una legalidad española que no reconociéramos porque somos independentistas. La movilidad es imprescindible para avanzar hacia los objetivos marcados. Los pasos dados para buscar la legalización de la fuerza política de la izquierda abertzale desconcertaron a sectores de nuestra gente que los veía como una cierta genuflexión hacia España, una pasada por el centro de su aro de imposición. El transcurso del tiempo ha revelado la eficacia de aquel paso y su proyección de futuro.


Aquí se ve lo importante que es la pedagogía interna y el mantenimiento sincero y consciente, militante, de la unidad y la disciplina, para que las lógicas tensiones que produce un cambio de estas características no lo trunquen ni se convierta en satisfacción para el enemigo. Por encima de las legítimas tribulaciones intestinas se miró al frente, y avanzamos. Hoy es el día en que abertzales que entonces desconfiaron del reto afrontado para la legalización se sienten cómodos y trabajan implicados como siempre, de lleno, en las nuevas estructuras políticas. Otro fracaso del deseo rompedor del Estado y otra victoria de la unidad, disciplina y coherencia del conjunto de la izquierda abertzale.

Actualmente somos segunda fuerza en la Euskal Herria peninsular, pugnando por la hegemonía del universo abertzale en el sendero a la independencia. Tenemos la representación política más amplia de nuestra historia, la mayor presencia institucional y la más extensa y profunda urdimbre de vigorosas raíces en la sociedad vasca, que es la más luminosa garantía para conquistar el porvenir. Podemos decir con el mayor de los orgullos que gracias al trabajo bien pautado y abordado nos hemos convertido en la fuerza motriz del cambio en el proceso independentista. ¿Qué habría sido de nuestro proyecto político de no habernos atrevido a ir a por todas, sin prejuicios ni titubeos? Quien se atreve, gana.


Pues bien, todo esto lo he visto en los últimos comunicados de EPPK y refugiados. En las palabras de los represaliados hay profundidad y visión de futuro. Hay recorrido en perspectiva y proyección al frente. Hay suelo firmemente cimentado para dar los saltos que consideren oportunos y alcanzar los puntos que ellos marquen. Hay apuesta con coraje, sin taras y a pecho descubierto. Eso sí, necesitan nuestro compromiso y apoyo, nuestro empuje desde este lado.

Ese horizonte despejado y valiente también lo ha visto el Estado, y se ha percatado inmediatamente del peligro que supone para sus intereses. Si la izquierda abertzale cambió los parámetros de la sociedad vasca, ahora los prisioneros se dirigen a hacer lo propio, junto a los exiliados y deportados. Ellos desde sus posiciones. La sociedad a su lado. Y todas las luces rojas de la estrategia del Estado parpadeando. He aquí el porqué de la operación contra Herrira, contra la marea de solidaridad que como una ola gigante va alcanzando los corazones de la sociedad vasca; ahí esta la explicación del encarcelamiento de los mediadores de los propios prisioneros y el dique criminal y cobarde contra el océano desbordado del Tantaz Tanta. Siguen buscando rupturas y cortar las fibras de solidaridad y cariño de la ciudadanía con sus represaliados políticos. Volverán a fracasar.

El pueblo vasco va definiendo espacios y colocando a cada uno en su lugar. Ya están marcados los espacios de quienes quieren la paz y quienes la sabotean. El esquema demócratas vs. violentos se ha invertido y ahora el dedo acusador está sobre la cabeza de quienes mantienen la violencia y desprecian la paz porque no encaja en su unionista y sectario proyecto político. Las fuerzas políticas marcan también su terreno; la izquierda abertzale, el PNV, el Estado.


La visión en perspectiva nos indica que debemos seguir con la pedagogía y el trabajo político sostenido. Los agentes del no, de las sombras y el veto se irán quedando sin espacio como un pez en un charco sobre un sol de justicia. De justicia, de democracia, de paz.

Adelante en las iniciativas unilaterales, en la activación social, en el trabajo comprometido. Una parte que reniega de caminar no puede impedir el avance del resto. Será la propia sociedad quien deje al margen a quien estorbe en el proceso hasta la resolución integral del conflicto y un nuevo porvenir.

El aforismo dice que a la fuerza ahorcan. Hasta los del no deberán moverse si no quieren quedar fuera de juego en la cancha vasca.

Nosotros a lo nuestro, con decisión máxima, porque la ruta está trazada. Y, como siempre, confianza, perseverancia y una dosis de paciencia activa, porque todo lleva su ritmos.

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