Pedro Ibarra Guell

«Urte berri on?»

Se supone que Urte berri on. Solo se supone porque por lo que se refiere al escenario político no parece que vaya a haber gran felicidad. Es casi seguro que vamos a continuar viendo y soportando una política cuyos mensajes supuestamente políticos consiste en la confrontación, descalificación de unos contra otros entre diversos partidos políticos. Lo que los ciudadanos recibimos del quehacer político es una permanente cadena de insultos de uno y otro lado. Descalificaciones de carácter personal, por lo que −dicen− horribles y tremendas conductas y, por otro lado, práctica desaparición de debates sobre el contenido del quehacer político de las decisiones políticas operativas. Esto es, aquellas en que unos van a llevar a cabo políticas dirigidas a la igualdad, la cuestión fiscal, viviendas, etc., y otros se supone que explican por qué están en contra del bienestar de los individuos de esas políticas. Nada aparece. Vaciado de contenidos políticos. Lo que llega− me refiero a España− a través de los medios de comunicación y redes sociales, salvo excepciones, es una relación de descalificaciones entre unos y otros. Sin duda, y como es sabido, unos son considerados tremendos malvados corruptos y otros tienen calificación menor; se dedican solo a tocar las narices.

No sé cuál es el nivel de aburrimiento que generan estos «mensajes «que se presentan al público como la política. Tiendo a apagar la televisión y a leer pocos periódicos. Y este 2025 que tenemos por delante me temo que me va a agotar más todavía. Quizás porque soy ya un poco mayor y busco leer libros que, aunque aburridos, a lo mejor me dan un poco luz sobre por qué pasó lo que pasó y lo que está pasando. Pero sobre lo que va a pasar... me temo que más bien poca luz.

Algunas causas −básicamente transformaciones sistémicas− que conducen a que la no necesidad del discurso político; al vaciado. Haciendo referencia a un artículo en "Viento Sur" (3/12/2024) decía que nos hallamos ante una crisis democrática y una nueva situación social en la que diversos y crecientemente extensos sectores de la ciudadanía de clases bajas y medias, desde la soledad, desde la pérdida de referencias proveniente de su acción colectiva, votan y toma opciones políticas de derecha y extrema derecha en el espacio político decisorio. Una crisis establecida por una serie de factores que a su vez llevan muchos años funcionando con resultados operativos. El ciclo neoliberal y la globalización, de donde se deducen factores o más exactamente determinados sistemas −no todos, pero sí quizás los más relevantes− productores de la aparición y la construcción de las condiciones sociales que provocan la crisis democrática desde la misma sociedad.

Así, el sistema económico, el desarrollo, concentración del capital, con el correspondiente aumento de poder y al tiempo de distancia respecto al mundo del trabajo, ha generado y aumentado la desigualdad en determinados grupos y sectores sociales. Por otro lado, la marginación, pérdida de trabajo, etc., en diversos sectores ha conducido a un progresivo abandono de organizaciones sociales, sindicatos, etc., dedicados a la lucha colectiva, al sentido de pertenencia a una comunidad con objetivos propios y colectivos... democráticos. Ha conducido a vivir desde la soledad y el individualismo su relación con el poder político. Lo que le ha llevado en su interés por lo política, exclusivamente a lograr con su voto cada cuatro años unas mejores condiciones −personales, por supuesto− de vida.

Otro sería el sistema comunicativo, la dictadura comunicativa. El protagonismo creciente de redes comunicativas, medios de comunicación, digital, etc., de descripciones de los acontecimientos y de posiciones ante los mismos que en última –y primera también− instancia favorecen posiciones políticas de derechas y extrema derecha, defendiendo en última instancia la exclusividad decisoria del poder político y el permanente uso de mensajes de descalificación e insulto político, con la correspondiente exclusión de argumentaciones e. Sobre libertades, justicia, participación social colectiva, etc. Este panorama cultural constituido por los medios, lleva a ampliar un creciente número de ciudadanos en una relación con la política exclusivamente centrada en el desprecio o afecto por el político correspondiente; lo que se corresponde con el apoyo electoral a la derecha

Los cambios sistémicos citados y otros más han producido, es un creciente proceso de individualismo y desorientación. Se mantiene y en momentos es relevante la movilización social. Como protesta por algún acontecimiento o decisión política o mejor dicho... no decisión política. Pero lo que ha crecido de forma significativa es el progresivo abandono y correspondiente aislamiento de muchos ciudadanos en la participación y organización de movimientos, organizaciones sociales comunitarios constituidos en la lucha y exigencia al poder político de transformación social. Este creciente aislamiento y soledad es especialmente reciente de sectores de las clases bajas y medias. Así se produce el permanente crecimiento de distancia entre ciudadanos e instituciones políticas. La relación política entre unos y otros prácticamente desaparece y lo único que se hace, que solo puede hacerse, es el poder votar. Así lo que le queda al votante es saber quién es el bueno o el malo. Eso es lo que le marca su voto

Me he referido a España en la descripción de este vaciado y sus causas. Pero no a nuestra nación. Sin duda también hay medios de comunicación en el País Vasco, o al menos determinados periodistas de ciertos medios de comunicación que utilizan un lenguaje en la descripción sobre la política, que conduce al lector a pensar que la política es simplemente un debate entre personas sobre a ver quién es el más listo o el más tonto. Resulta frecuente observar cómo determinados artículos relativos a posiciones de uno u otro partido respecto a una nueva ley en marcha o un debate político, se concentran casi exclusivamente no en determinadas políticas, contenidos, proceso estratégicos etc., sino en porque los políticos que debaten son unos astutos algo malvados y otros más bien lerdos. Así lo hacen porque piensan −saben− que es lo que interesa al personal a la hora de votar. En demasiados casos les funciona.

Pero al más allá de estas excepciones debe afirmarse el País Vasco no existe el vaciado democrático. Aquí existe una extensa red de organizaciones, de movimientos de distinto orden que tienen opciones muy serias de cómo debe transformarse la sociedad. Y que tienen muy claro y así lo manifiestan qué es lo que debe hacer el poder político para cambiar la sociedad existente. Existe una democracia social. Afortunadamente, muchos sectores sociales vascos desprecian la actividad, el debate No político que se presenta como la política en el espacio institucional español. Ello refuerza más la identidad nacional vasca, el crecimiento del deseo de constituir una soberanía democrática. El aumento de la distancia respecto al estado nación española, genera su vez ampliar y profundizar una sociedad y una nación vasca más democrática en todos sus dimensiones y espacios. Que así sea.


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