Visita real a Navarra
Bueno, más que visitar Navarra lo que van a hacer va a ser visitar la Volkswagen (VW), que no es lo mismo.
Porque en Navarra, aparte de la VW, hay muchas cosas más que ellos podrían visitar y no lo harán: las Oficinas de (des)Empleo, las asociaciones de jubilados, las concentraciones de la PAH..., o todas esas otras fábricas por las que nunca aparecerán para ver lo que son los despidos masivos de plantillas (General Eléctrica, TRW, Faurecia...), la precariedad de vergüenza, los sueldos de miseria, la marginación de las mujeres, las condiciones de trabajo insultantes...
Quien nos visita es el Jefe –con mayúsculas– de un Estado cuyo Gobierno y Tribunales han recurrido y suspendido estos años dieciocho leyes aprobadas por nuestro Parlamento Foral. Es también el Jefe máximo del Ejército, de ese cuyos aviones, junto con los de la OTAN, bombardean en el polígono de tiro de Bardenas, a pesar de la exigencia de desmantelamiento inmediato del mismo aprobada por nuestro Parlamento Foral y de que nuestro pueblo diese en su día un “no” rotundo a aquella organización criminal.
Pero el rey no viene a darnos ninguna alegría en relación con lo anterior, a decirnos que se han retirado esos dieciocho recursos o que las Bardenas serán únicamente lo que la UNESCO ha dicho que tiene que ser, una reserva de la biosfera. Viene, como siempre, a codearse con los de arriba, con las multinacionales. Porque su reino no es de este mundo, sino de otro.
La Monarquía, su monarquía, ha estado siempre al servicio de los ricos, que son, en definitiva, quienes la alimentan. Por eso, porque «de buen nacido es ser agradecido», el primer discurso del Juan Carlos tras su abdicación fue ante trescientos directivos de las principales empresas españolas –la crème de la créme– a quienes les alabó el servicio que habían prestado durante su reinado generando riqueza y puestos de trabajo. Alababa así a quienes durante la crisis y su reinado habían engordado sus bolsillos con ganancias millonarias, contratos blindados, jubilaciones de escándalo y habían dejado jalonado todo ello de millones de parados y paradas, desahucios y precariedad a espuertas.
Su reino es el de la amistad y colegueo con las monarquías petroleras del Golfo Pérsico, esas satrapías misóginas y reaccionarias, condenadas una y cien veces por todo tipo de organismos y ONGs por violar a mansalva los derechos humanos: lapidaciones, mutilaciones, castigos corporales, persecución de la homosexualidad, esclavitud sexual... Amistad y colegueo que le une y hermana también con la monarquía marroquí, otra que tal.
Lo repetimos de nuevo: su reino no es de este mundo. No es el de la gente de a pie. Su sangre es azul, esa que hace que ni sientan ni padezcan ante la realidad social que vivimos. Eso sí, en sus emotivos mensajes navideños –protocolo obliga– el rey no puede menos que discursear sobre la «crisis», la «corrupción» y la «regeneración democrática», pero ahí queda todo. Porque para él eso es compatible con ser la única persona del Estado que tiene blindada ante el fisco y los juzgados la fuente de sus riquezas, la realidad de sus negocios y su, nunca mejor dicho, regio patrimonio.
En los últimos años, desde Madrid, desde la capital de su reino, nos han impuesto, una tras otra, leyes que aquí, en Navarra, han sido rechazadas por nuestras mayorías políticas, sociales y parlamentarias: reforma laboral, recortes en las pensiones y prestaciones sociales, LOMCE, Ley Mordaza... Nuestros presupuestos están sometidos a topes y condicionantes de todo tipo. Por no poder, no podemos siquiera decidir la dimensión de nuestras plantillas de bomberos, personal médico, educativo,... En resumen, nos impiden atender como es debido (desahucios, renta básica, atención sanitaria, gasto social...) las urgencias derivadas de la pobreza que vive una parte importante de la población. Estas son las leyes del reino de España, el marco legal que nos impide decidir y tomar las medidas sociales que requiere la situación de crisis.
Por eso rechazamos firmemente la presencia del rey en nuestra tierra y aplaudimos en su día la decisión tomada por el Gobierno de Navarra de no invitar a la casa real a la ceremonia de entrega de los premios «Príncipe de Viana», tal como lo exigía el acuerdo programático suscrito entre los cuatro partidos que sustentan aquel Gobierno. Por eso mismo no entendemos que ahora, frente a aquel paso hacia adelante, ese mismo Gobierno organice un «almuerzo en honor de sus majestades los reyes», por ser esto un indudable paso atrás que contradice el cambio por el que se apostó en su día. La actual monarquía y el actual rey no merecen ningún «honor» por parte de nuestro pueblo y nuestras instituciones.
Por esa misma razón aplaudimos y nos sumamos a las iniciativas que están surgiendo desde el mundo sindical, social y político tendentes a rechazar la presencia de los reyes en nuestra tierra. Porque nada tenemos que agradecer a esa parasitaria institución. Porque nada tenemos que aplaudir a una familia a la que la corrupción rodea por todos lados. Porque nada tenemos que honrar a quienes representan a un Estado que rechazamos social y políticamente. Monarkia kanpora!