Marta Pérez Arellano
Miembro de SOS Racismo Nafarroa

Ya no valen las palabras…

“Ya no valen las palabras, Europa tiene que actuar”, es el mensaje con el que el presidente del Gobierno español nos iluminaba en relación a las últimas muertes de personas, se calculan más de setecientas, en el Mediterráneo. A pesar de que su preocupación por estos hechos sea mentira, no le temblaba ni un pelo de la barba al pronunciar estas palabras.

Sin embargo en algo sí estamos de acuerdo, señor Rajoy, y es en que sus palabras no valen, porque las que valen son las que explican que esas muertes no son accidentes. Más de veinte mil personas muertas en las últimas tres décadas no son accidentales, son un genocidio con causas y con responsables concretos, un genocidio provocado por una cadena de inhumanidades.

Como la inhumanidad de los procesos de colonización protagonizados por Europa que dejaron a África expoliada de sus recursos y a millones de personas esclavizadas durante generaciones y trasladadas a la fuerza para construir con su sudor el mal llamado “Nuevo Mundo”. Colonización que dejó sumida a África en guerras entre pueblos  y hundida hasta hoy en los desechos del capitalismo.

Inhumanidad de las instituciones y empresas europeas que, aliadas con las élites privilegiadas de los estados africanos, dan la espalda a una mayoría social extremadamente empobrecida, mientras especulan con los recursos naturales, con la fuerza de trabajo, con las aportaciones científicas, con las creaciones artísticas e intelectuales de africanos y africanas. Inhumanidad de unos medios de comunicación de masas que extienden una imagen homogeneizadora de pobreza y desolación; una imagen victimizadora que niega la dignidad de africanos y africanas, invisibilizando sus luchas políticas y sociales, sus sueños y sus resistencias.

Inhumanidad de las legislaciones de extranjería, leyes racistas y sexistas creadas con la intención de someter a ciertos seres humanos a la explotación como fuerza de trabajo. Inhumanidad de unas normativas que conciben a algunas personas como privilegiadas frente a otras que no lo son. leyes ilegítimas que reducen a las personas a mano de obra, a ciudadanas de segunda con derechos de segunda. O bien a simples Nadies, como decía Galeano, que valen menos que la bala que los mata. Porque si algunas personas no son ciudadanas, sino tan sólo inmigrantes, entonces también pueden morir como inmigrantes.

Por todo esto, y por mucho más que no cabría en una sola carta, señor Rajoy, no queremos sus palabras, ni tampoco sus acciones. Queremos que se vaya, que se vayan todos quienes hacen políticas como las suyas. Porque sus acciones son genocidas; y sus buenas palabras son pura mentira. Queremos dejar de ser herederas de esta historia de expolio y explotación. Queremos que dejen de hacer del Mediterráneo una trampa en la que día a día agoniza lo que para ustedes sólo es un daño colateral.

Desde distintos sectores sociales, cada vez con más fuerza se está diciendo no al capitalismo, no a las políticas basadas en la explotación de personas y recursos naturales; y exigiendo unas relaciones internacionales basadas en la justicia social, la democracia participativa y la sostenibilidad medioambiental. Porque los muros matan, porque un mundo mejor es posible y necesario; decimos sí a la libre circulación de personas, sin ninguna restricción. Abajo los muros, abajo todos los muros.

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