Estitxu Martínez de Guevara
En nombre del Colectivo Gasteizkoak

Zedarriak y sus intereses e implicaciones como lobby de la «armagintza» (PEHDG)

En la primera parte del libro que publicamos el pasado diciembre (Conversión de la industria militar en Euskal Herria. Para no fabricar más guerras) hacemos un análisis −apoyado en numerosas fuentes documentales− del papel que están desarrollando los lobbies europeo y estadounidense de la industria militar, y de cómo han sabido irse infiltrando hasta mediatizar completamente las actuales políticas tanto de la Unión Europea como de los diversos organismos estadounidenses relacionados con su política militar, y cómo son ellos los que están azuzando el miedo a una guerra a gran escala (y la consiguiente carrera armamentística actual que puede conducir a ella) como forma de garantizar los multimillonarios ingresos de los mercaderes de la muerte a los que representan. Posteriormente, al abordar la realidad de lo que denominamos la Producción de Euskal Herria para el Desperdicio y la Guerra (PEHDG) señalábamos también que «Hoy por hoy no tenemos datos contundentes como para poder afirmar que el proceso de captación de las instituciones por parte del lobby armamentista en Hegoalde».

Pues bien, parece que, como si se hubieran dado por aludidos, algunos de ellos han decidido salir a la luz pública, utilizando para ello la presentación el pasado 15 de enero del último informe de Zedarriak, donde, entre otras cosas, abogaban por abrir un debate público sobre la conveniencia de impulsar la PEHDG. En esa presentación intervino como invitado especial Eneko Landaburu, lo que no es de extrañar, porque ya hace veinte años que sostenía que «No podemos limitar la hegemonía americana sin poner en marcha unas políticas de investigación y desarrollo en el campo armamentista que requieren mucho dinero público y benefician a la industria en general, como lo hacen los americanos».

Habrá quien le parezca muy exagerado calificar a Zedarriak de lobby de la armagintza, pero, para empezar, hay que aclarar que Zedarriak ha sido calificado públicamente desde su aparición (y no parece desagradarles) como lobby socio empresarial. Es un grupo formado por 16 personas, con dos perfiles muy distintos. Unas ligadas a intereses empresariales que, además, en muchos casos comparten mesa o han pasado por los consejos de administración o de dirección de las mismas empresas o centros tecnológicos (CIE Automotive, Dominon, Innobasque, Universidad de Deusto y Deusto Bussines School, Mediaset, Corporación financiera Alba... más las que luego veremos implicadas en la PEHDG). Hay otro grupo de personas de Zedarriak que han estado o están ligadas a ONGs (Save The Children u Oxfam Intermon) o a la cultura. Algunas están presentes en ambos ámbitos. En este artículo nos vamos a centrar en las que forman la mayoría de Zedarriak, las del ámbito empresarial.

Pues bien, sin olvidar que también impulsan otros intereses (en su último informe defienden igualmente el impulso de la energía nuclear), los siguientes párrafos se van a centrar en demostrar sus intereses e implicaciones en la PEHDG. Somos conscientes de que en este mundo tan opaco probablemente solo llegamos a ver la punta del iceberg de la realidad, pero aún así, los datos que vamos a ofrecer creemos que permiten ver con claridad las razones por las que Zedarriak está desarrollando su tarea de lobby de la PEHDG.

Comencemos por lo más obvio. El miembro de Zedarriak Iñaki López Gandásegui es el presidente de una de las principales empresas de la PEHDG, Aernnova, que, además es tiene a personal contratado en Bruselas para labores de lobby en la industria militar. Así mismo, ha formado parte del Comité estratégico de IK4, una alianza de seis centros tecnológicos de los que al menos cuatro (CEIT, Ideko, Lortek y Tekniker) forman parte de la PEHDG. En ese Comité estratégico de IK4 coincidió con otros tres miembros de Zedarriak: Pedro Luis Uriarte, Pilar Kaltzada y Guillermo Dorronsoro.

Menos conocido, pero que ya denunciamos no hace mucho, es el caso de otra de las componentes de Zedarriak, Cristina Garmendia, no solo impulsora de Satlantis (a la que denominamos la más star de las startups de la PEHDG), sino también ha formado parte en distintos periodos de los órganos de gobierno de una importante empresa de producción militar a nivel internacional, Everis. En esos órganos de gobierno no sólo coincidió con quien es considerado uno de los principales valedores de la industria militar española, el ex ministro de Defensa Eduardo Serra, sino con otro de los miembros de Zedarriak, Pedro Luis Uriarte, que sólo abandonó Everis cuando lo hizo Eduardo Serra, el pasado 2024. Pero las vinculaciones de Pedro Luis Uriarte con la industria militar no terminan ahí, ya que ha estado presente también en los órganos de gobierno tanto de otras empresas españolas con producción militar (por ejemplo, Técnicas Reunidas, que ha tomado parte en programas militares como el avión A400M o el submarino de la Armada S-80), como empresas de la PEHDG (tanto Tubacex como Multiverse Computing, en algunos casos a través de inversiones realizadas por empresas familiares del propio Uriarte). Y ya hemos comentado su participación en el Consejo estratégico de IK4.

Otro de los miembros de Zedarriak cuya vinculación con la PEHDG debería ser conocida, pero no lo es tanto, se trata de Javier Ormazabal Echevarría, presidente del Grupo Velatia (antes Ormazabal), grupo del que al menos cinco empresas toman parte en la PEHDG (Idistek y Smarmec en vehículos militares; Supsonic en embarcaciones militares, y Velatia y Wec en aeronáutica militar). Javier Ormazabal también ha presidido la fundación ligada al centro de investigación más vinculado a la PEHDG, Tecnalia. Forma parte también de la Fundación Artizarra, quien a través de sus instrumentos financia a otras empresas de la PEHDG, como es el caso de la ya mencionada Multiverse Computing. En la Fundación Artizarra coincide con otro de los miembros de Zedarriak, Ignacio Martín San Vicente, quien, además, ha tenido cargos en otras dos grandes empresas españolas con producción militar, Alcatel e Indra, y una internacional GKN Driveline (aeronáutica militar y misiles); es también presidente corporativo de otro de los centros de investigación que forma parte de la PEHDG, el CEIT, donde también forma parte del Consejo Estratégico, que comparte no solo con representantes de empresas pertenecientes a la PEHDG, como ITP o Sener, Tecnum o Tubacex, sino también con otra miembro de Zedarriak, Maria Luisa Guibert Ucín. En Tubacex también ha sido consejera (y miembro del Patronato de su Fundación) otra componente de Zedarriak, Consuelo Crespo Bofill, quien tomó el relevo en el Consejo a Pedro Luis Uriarte.

Igualmente ligado a empresas de producción militar está el también miembro de Zedarriak Guillermo Dorronsoro Artabe, quien, por ejemplo, ha sido ejecutivo de Accenture (denunciada por la iniciativa Banca Armada por ser una de las «9 empresas relacionadas con la militarización de fronteras y países» 7) o Ibermática. En la actualidad es Asesor del Consejo de Administración / Comité Ejecutivo de Zabala Innovation, empresa navarra que ha recibido financiación en varios programas del Fondo Europeo de Defensa. Recordemos que también ha formado parte del Consejo estratégico de IK4

Finalmente, tenemos al miembro de Zedarriak Antonio María (Antón) Pradera Jáuregui, impulsor y presidente de CIE Automotive y Dominion, empresas por cuyos cargos han pasado hasta otros cuatro miembros de Zedarriak (Ignacio Martín San Vicente, Amaia Gorostiza, Pilar Kaltzada y Guillermo Dorronsoro). Las vinculaciones de Antón Pradera con la producción militar están en el propio accionariado de CIE Automotive, pues uno de sus principales accionistas, Shriprakash Shukla, preside el Consejo de Administración de la empresa del Grupo Mahindra dedicada al sector «Defensa» (Mahindra Defence Systems), además de presidir igualmente la filial de CIE Automotive en India.

Tras lo visto en los párrafos anteriores, y reiterando que probablemente sea solo una parte de lo existente, parecen más que evidentes los intereses espurios que mueven a Zedarriak a proponer la conveniencia del impulso de la industria militar. Es a lo que se dedican los lobbies del ramo. Aclarada esta importante cuestión, quedan otras dos por resolver: ¿cómo hay personas ligadas a ONGs o a la cultura que con su presencia en Zedarriak, y su teórica asunción consensuada de las propuestas presentadas, blanquean la imagen del lobby? ¿cómo es posible que ninguna de las numerosas personalidades pertenecientes a las distintas administraciones vascas, y a diversos partidos políticos, presentes en la presentación de Zedarriak no alzaran la voz contra las propuestas, ni las criticaran públicamente a renglón seguido? La respuesta a esas preguntas tendrán que aportarlas las mencionadas o habrá que deducir su complicidad con este lobby.

Quisiéramos terminar con una reflexión. Quien suele aparecer como gurú de Zedarriak, Pedro Luis Uriarte, acostumbra a recomendar que, en vez de hablar de riqueza, se utilice el término de prosperidad, que no suena tan mal. El problema es que su concepto de riqueza o prosperidad está limitado al dinero, al capital acumulable, y esa es la dinámica que nos ha llevado a la situación actual en la que está en riesgo el propio futuro de la humanidad y de los ecosistemas, problemas para los que el experto en innovación presenta como solución una propuesta muy vieja: la carrera de armamentos, que ya sabemos a qué conduce. Por nuestra parte, pensamos que lo que realmente necesita la sociedad vasca (y el mundo) en el momento actual es justo la apuesta contraria: una Euskal Herria que no tome parte en la fabricación de más guerras, a través de un proceso de conversión de la PEHDG ligado a una nueva producción de utilidad social que cuestione el actual sistema productivo y que, además, se ponga como objetivo que las alternativas a la producción militar se centren en buscar soluciones a los graves problemas que como sociedad nos afectan: desde las crisis medioambientales y energéticas, al abandono a su suerte de las tareas de cuidados, pasando por las carencias sanitarias y llegando a las cuestiones que siguen abriendo brechas entre personas enriquecidas y empobrecidas.

Para ello es imprescindible la implicación social, porque sólo así podremos hacer frente a los intereses de los mercaderes de la muerte, esos a los que representa el lobby Zedarriak con su propuesta.


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