Alberto Bargos

Altsasu

Altsasu huele a tristeza.
El cielo está encapotado de injusticia,
pura realidad,
pura desgracia.
El dolor pasea vestido de negro
bajo los tejados,
de verde oscuro los usurpadores,
orgullosos, prepotentes, inservibles…

Las puertas, las ventanas se cierran al paso de la peste
que husmea las víctimas
y las escoge a sus anchas.
Llevan colgados en sus pechos, cual medallas,
las fotografías de los no culpables
candadas con sogas de violencia.

Altsasu sabe a desesperanza, olvido.
Un sabor que carraspea en las gargantas
cansadas de gritar en vano.
La dignidad se quedó fuera de sus muros,
la mentira encontró terreno abonado,
mentira que sale de labios mentirosos.

Aquel que debiera ayudar,
esa es su vocación, su quehacer,
ha querido arrasar Altsasu
ha atropellado al Pueblo
en vez de socorrerlo.

Dejando de lado el servicio a los demás,
nos violentan, nos maltratan.
Ahora se pasean vestidos de verdugos,
con sonrisas de sinvergüenzas sin vergüenza
de gentuza crecida en el estiércol.

Altsasu mira al cielo
no al bíblico, sino al de verdad,
nuboso y gris.
Sus ojos desean olvidar esta sinrazón
de bolsillos abarrotados de fascismo.
Sinrazón que debe acabar.
El que no quiera estar aquí
tiene las puertas y los campos abiertos.
Solo les pedimos que se lleven sus mochilas
repletas de inmoralidad
y falta de legitimidad.
Es suficiente.
Se ha pagado una cuenta demasiado larga.
Gaur Altsasu, bihar?
Aski da!

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