Olga Santisteban Otegui

47.000 muertos después

Esta es la cifra de la ignominia y la vergüenza, que, al parecer, se ha necesitado para que las armas y el horror hayan «callado» (de momento, en la destruida franja de Gaza). Tras largos meses de una guerra sin cuartel y cruel, parece que, se atisba algo de esperanza tras la ansiada y, diría yo, «trabajada» tregua. Será largo y difícil el camino de la paz y la reconstrucción de la devastada Gaza para la población que todavía sobrevive y los miles desplazados que tuvieron que abandonar sus hogares, los suyos y los de sus antepasados (recordaremos quién fueron sus primeros moradores) Historias aparte, la denominada comunidad internacional deberá mostrar, su verdadera «cara», si quiere de veras una paz duradera, y poner de una vez, al gobierno Israelí (con su primer Ministro al frente) en su «sitio» dicho vulgarmente, que existen derechos humanitarios y de otro calado, que han sido ninguneados e ignorados (por decirlo, de una manera suave). Pese a quien la pese, ha sido un genocidio en toda, la extensión de la palabra (no lo digo yo) organismos como la ONU o el Tribunal de La Haya, ha si lo han dictaminado, si sus dictamines, sirven para algo. Confiemos y esperemos, que por fin llegue la paz y la esperanza, para aquellos que lo han perdido todo. Como punto final y para los puntillosos, que existe una organización que, efectivamente, fue el detonante o la excusa, de  4.700 muertos después.


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