Jose Mari Goienola Montoia

Algo más que deporte

Rafa Nadal se une a quienes, a cambio de dinero, miran para otra parte. Lo mismo se puede decir de Jon Rahm, quien afirmando siempre que el dinero no era su móvil para jugar al golf, ha suscrito un contrato con Arabia Saudí por más de 500 millones de euros. Por no hablar del esperpento de la supercopa trasladada al mismo país, cuyo historial de desprecio absoluto de los más elementales derechos −mención especial para las mujeres anuladas como seres humanos− sería una excelente fuente para una enciclopedia de los horrores. Pero nada de esto es importante. Y nos quieren hacer creer dos inmensas mentiras: La primera es que los deportistas se dedican al deporte y no a la «política». La segunda es que el dinero, único y verdadero valor de nuestras sociedades, justifica decisiones tan aberrantes como las arriba mencionadas. Hay que decir que, deportistas de élite, justamente admirados por su buen hacer como Nadal o Rahm, tienen por su influencia mediática una especial responsabilidad pública. Y el mensaje que están enviando especialmente a los jóvenes es demoledor: Lo único que importa es el dinero. El sufrimiento humano no cotiza en bolsa. Lo de que los equipos españoles viajen a jugar a Arabia Saudí, diciendo que gracias a ellos el régimen feudal imperante va a modernizarse, es para sonrojarse, pero claro, para eso hay que tener vergüenza.

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