Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

Cazadores, recolectores

El inicio del curso escolar en el Principat, debería producir en los adultos una inmensa tristeza, la forma como los niños deben afrontar su incorporación en sus respectivas clases. Durante meses se ha asistido, a dos maneras de encarar la situación, ya que es de suponer que algún tipo de problema existe. Por una parte los afines de la alcaldesa, que desde un principio reclamaban los derechos de los niños para poder ir a la escuela, cuando no se tenía ni idea de la nueva enfermedad, olvidándose del derecho de los adultos a no infectarse, un pequeño detalle sin importancia. Y por la otra, dando palos de ciego, ya que su ignorancia rayaba el ridículo, y lo único que les importa es no perder la clientela, de los votantes. De todas formas el núcleo central de la catástrofe, ya que los grandes defensores de los derechos de los niños ni se plantean, es la forma de cómo   deben afrontar el presente, del que no tienen la menor culpa. Toda esta fauna que siempre están reclamando derechos a troche y moche. ¿Piensan en algún momento si su comportamiento y sus proyectos ya que la Barcelona actual, la han construido ellos, con una huella ecológica, que forma parte del problema? ¿Analizan por qué los niños se deben de proteger los unos, de los otros? ¿Por un momento no les avergüenza dejar al planeta en unas condiciones en el que ni los no humanos disponen de espacio para poder vivir de forma natural? ¿Piensan que todo esto es fruto de mentes calenturientas? ¿Qué debate se está haciendo desde las respectivas instituciones y partidos políticos? Nada, de nada. La imagen que se repite en innumerables parajes naturales, haciendo cola en cualquier pico de montaña, para hacerse una ridícula foto, y bañándose en lagos protegidos, delitos que atentan contra la salud pública, y contra el medio ambiente, por parte de padres que dejan en la escuela a sus hijos, con geles, y protectores bucales, no tienen el menor bochorno en desplazarse con estas auto-caravanas, más destructoras que cualquier vehículo militar, ya que no discriminan nada. Es necesario hacer una inmersión en el conocimiento de la sociedad recolectora-cazadora, que se dispone de suficiente información, para apreciar que eran infinitamente más sabios, que la burricie de nuestra civilización.

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