Me dirán algunos que el sistema comunista ha resultado un desastre, y supongo tienen razón, pero la pregunta que planteo aquí va más allá de la política, es otra cosa, más personal, y atañe a nuestras razones y actitudes personales y vitales a la hora de trabajar y convivir.

A pesar de lo que se nos vende, la colaboración que practicamos, en general, es aún muy inmadura. Colaboramos, sí, y hasta el sistema económico demanda ello, pero enseguida le añade el matiz de: «para competir».

El guión que se propone (pre-escrito y sin remite) sabemos tiene intereses muy concretos, que comprometen incluso nuestra subsistencia como especie, y que son además muy difíciles de combatir si no aprendemos a colaborar inteligentemente. O lo que equivale a decir: habiendo practicado antes nuestra propia, e intransferible, autoconciencia.