Era ésta una consigna permanentemente utilizada en los últimos años de la dictadura.

 Nadie concebía que unos cuerpos policiales, protagonistas de los asesinatos de Casas Viejas, “cuneteros” en Nafarroa o torturadores de luchadores obreros y demócratas antifascistas, pudieran ser compatibles con una democracia. Por eso su disolución era imprescindible.

 Pero eso no ocurrió y aquellos maderos produjeron nuevos retoños. Y si antes teníamos dos cuerpos represivos: la guardia civil y los grises, hoy tenemos que añadir otros dos; los “munipas” y los forales.

 Los “munipas” protagonizaron sin duda el encierro mas peligroso y vergonzoso de los Sanfermines pasados y los forales se han doctorado en represión antiobrera en el paseo Sarasate con ocasíón de la Huelga General, queriendo demostrar ser “ mejores” que los nacionales.

 Sin duda que muchos de estos “munipas” o forales comparten escalera y hasta rellano con trabajadors y trabajadoras que han sufrido un ERE o un despido, que están en paro o que luchan por un salario digno o reclaman un centro escolar en condiciones para sus hijos e hijas. Pues bien, estos currelas tienen que saber que quien se hace el simpático en la escalera o ascensor, es quien les zurrará duro cuando salgan a la calle a reivindicar sus derechos.

 Esos vecinos armados son violentos y muy peligrosos para los trabajadores y trabajadoras y ciudadanos y ciudadanas normales .

 Esos nunca van tras los grandes ladrones que han esquilmado Nafarroa, nunca han zurrrado a Urralburu, o Goñi o Asian, los que han arruinado Caja Navarra, ni a Miguel Sanz y Barcina que regalaron 35 y 6 millones de euros de todas y todos nosotros a los contratistas de la Autovía del Camino o Plaza del Castillo.

 Con ellos se hace realidad el dicho “dale una escopeta a un tonto y te sale un Napoleón”.

 Hoy para ser ciclista hay que pasar un sinfin de controles antidopaje. ¿Cuando se van a practicar controles antidopaje a individuos que salen a la calle totalmente camuflados y con instrumentos de muerte en las manos?