Visto así de pronto, el titulo que encabeza este articulo, quizás pueda «suscitar» entre sus «potenciales» lectoras o lectores, de que «trascendental» deuda y que sea «histórica» merezca ser contada, con la esperanza de que sea escuchada. Y es que así y con estos términos, deuda e histórica (entre otras calificaciones) se refirió la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, al presentar la nueva y flamante Ley de Ciencia, que viene a reformar la hasta ahora vigente del año 2011 y que pretende corregir y subsanar, las grandes carencias y desigualdades a las que se enfrenta la comunidad científica del Estado español, que viene pidiendo desde tiempos casi tiempos «inmemoriales» un futuro digno, para desarrollar sus proyectos con un cierto grado de esperanza y hasta sosiego.

Así y visto sobre el papel, todas las innovaciones que nos propone suenan muy bien, o por lo menos trataran de equipararnos al resto de países europeos, líderes en I+D. A saber nos prometen: una «lluvia» de millones, del fondos europeos (bienvenidos sean) que permitirá evitar entre otra cosas, la fuga de «cerebros» o la brecha de generó, permitirá así mismo nuevos contratos indefinidos e igualmente mejorar la situación de los contratos predoctorales y posdoctorales. El sistema sanitario vera incrementado su personal investigador y reducir gran parte de la burocracia y papeleo, que ahora mismo impiden en buena parte, las ayudas y subvenciones.

Esto es a grandes rasgos, con lo que se pretende «saldar», vuelvo a recordar las palabras de la ministra (que haré también un poco mías) una deuda «histórica» y aunque seguro igual se queda «corta» y con muchos aspectos que resolver, será un comienzo espero prometedor, recordando que un país sin ciencia es un país sin futuro.