Gerardo Hernández Zorroza

El maestro y la discriminación

El maestro ve y discrimina siempre entre dos polos, uno beneficioso y el otro perjudicial, y se aparta del segundo, pues observa las cosas desde un foco superior, desde una altura de miras.

Nunca pretende cambiar al otro, sino a sí mismo, eliminando sus zonas oscuras, inconscientes, que descubre escuchándose en lo que dice.

De la misma manera, escucha a los otros, y no atiende a sus ideas, sino sólo a su palabra, a su crédito.

Quede claro que discriminar desde los prejuicios de raza, sexo, condición social, etcétera (foco inferior), no es cosa de maestros.

La ley externa no hace freno al maestro, pues aprende a generar su realidad desde otra posición de ley, la que reconoce como interna.

Muchos hemos crecido en el entorno de las religiones (cristiana, mahometana, etc...) y embebidos por la difusión en la arena política de aquellas personas que, en su inmensa mayoría, no han aprendido a operar como maestros, desde ese exigible foco superior, inegociable además en este delicadísimo momento para todos los habitantes del planeta.

Tras largo proceso de equivocación y búsqueda, he encontrado una Enseñanza a la que adherirme, donde implicarme, pues comprendo ahora cosas que antes no. Es la misma que enseñaron los grandes maestros, Buda, Cristo, Mahoma, Sankara..., pero que aquellos que hicieron de ella una religión como instrumento de poder, confundieron bastardeándola para beneficio propio, el de su confuso ideario mundano.

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