Iñaki Urdanibia

Emulando a Pablo de Tarso

De un tiempo a esta parte un concejal de Donostia dedica denodados esfuerzos a contar a los ciudadanos las maravillas que ellos, los del PSOE, llevan a cabo…y eso que la alcaldía no está en sus manos sino en las de unos plebeyos. Si el denominado San Pablo predicaba las bondades de su salvífica doctrina a todo cristo (corintios, romanos, etc.), su epígono de nombre Ernesto Gasco va sembrando con sus epístolas los barrios donostiarras, subrayando que fuera de ellos no hay salvación; ¡qué tiempos aquellos, los de Elorza, Letamendía y toda la compañía!

Dice en una entrevista la presidenta de la asociación de vecinos de Martutene que acaban de recibir una cartita de tal caballero en la que se campanea de las maravillas de su propuesta de zonas verdes, bidegorris, bulevardización de la zona…cuando esta está con el agua al cuello. Sentido de la oportunidad se llama la figura. Su compulsión epistolar queda confirmada ya que no hace mucho, hallé en mi buzón una misiva firmada por el mentado (que no mentolado) señor, en la que anunciaba cómo a propuesta de ellos -¡ faltaría más !- el ayuntamiento donostiarra había decidido finalizar (?) las obras de lo que queda del caserío Munto, de Aiete, y señalaba que ya estaba bien de que estuviesen rodeados los restos por unas cintitas rojiblancas (¡en Donostia!)…al tiempo , metía prisa al alcalde para que pasase de la aceptación de su propuesta a los hechos.

Faltan palabras para expresar el pasmo ante tales recomendaciones presurosas del concejal que debería recordar (¿o estaría jugando a trenes por aquel entonces?) que desde que se cerró dicho caserío, este permaneció en estado que amenazaba ruina para posteriormente ser derribado en parte, conservando lo que ahora queda (parte de la fachada) que supuestamente se pretendía conservar, ¿siguiendo tal vez los ejemplares pasos de cirugía arquitectónica de, por ejemplo, La Perla o del puente del Kursaal, salvando las distancias, y…los cálculos chirenes que provocaron las vueltas y revueltas de destrucción / construcción?

Así las cosas, a no ser que a este dilecto señor le guíe la mala baba es difícil comprender este comportamiento falaz y tramposo propio de un chamarilero, o de un político-ladilla, aunque si nos detenemos en su itxura las semejanzas, y las correspondientes metáforas, más podrían llevarnos hacia la fisiología, y comportamiento, de otros bichos, y me refiero, conste, a los aspectos conductuales única y exclusivamente... no vaya a ser que alguien me confunda con Lombroso.

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