Carlos Benetó Clérigues

Exterminios «gayfriendly» SA

Al mismo tiempo que las bombas israelíes no dejan de caer sobre la Franja de Gaza, al mismo tiempo que los habitantes del mayor campo de concentración de la tierra han perdido destrozados a cuarenta mil de los suyos, y cuadras enteras e incluso barrios han desaparecido por completo, al

al mismo tiempo que la diarrea mental de maricas acomodados les lleva a repetir que Israel es un país moderno y ejemplar, dicho desde ese cariz blanco occidental muchas veces cargado de islamofobia y prejuicios, arranca a unas escasas decenas de kilómetros más al norte del horror de un genocidio, el festivo Orgullo LGBT 2024 de Tel Aviv, aclarando en un monstruoso colofón qué es el «pinkwashing», y de qué forma hasta una maquinaria genocida puede usar la identidad vaciada de nuestras luchas para disfrazarse.

Y es que deberíamos revisar al completo de qué forma se ha llegado a convertir y utilizar nuestra lucha y banderas, donde a veces no se ha entregado más que una equidad jurídica al clásico y bien tradicional matrimonio heterosexual, en esta capa arcoíris que cubre de falsa modernidad al capital, a sus crímenes, mientras las redes de apoyo y luchas históricas se han convertido poco a poco en esta complacida masa cada vez más individualista, arrastrada por falsas libertades a un mundo con la frialdad propia del exceso de pantallas digitales, del cambio del cuidado mutuo por esta casa últimamente agujereada por golpes de clichés, drogas y aislamientos.

Por abrir la puerta hacia ese giro, por una ineludible solidaridad hacia Palestina, debería comenzar con hacerse su causa y el rechazo al genocidio que padecen gazatíes −y también cisjordanos− un elemento central del Orgullo este año, que podría asestar el golpe más contundente que ha recibido jamás el «pinkwashing» sionista, y un temblor para hacer tambalear concepciones de la comunidad LGBT que en su desarrollo lo han permitido.

Recherche