Maria Olga Santisteban Otegui - Zalla

Flora Tristán

Escribo en nombre de quienes sufren, en nombre de las que tienen hambre, en nombre de las inocentes del inmoral tráfico de un matrimonio concertado, en nombre de las mujeres que arrancan el corazón y no se atreven a quejarse puesto que la sociedad las deshonrará condenando a regañadientes a sus agresores... Este párrafo es parte de una valiente «arenga» con que la filósofa francesa de «raíces» peruanas Flora Tristán quiso «romper» en el curso del año 1845 un silencio más que impuesto a las entonces mujeres trabajadoras, discriminadas doblemente, por género y obreras.

Flora Tristán fue una adelantada a su época, tuvo que abrirse un camino en el entonces sí un mundo hecho totalmente para los hombres y donde, en rarísimas ocasiones, las mujeres eran al menos tenidas en cuenta. Autora de numerosos ensayos en «pro» del movimiento feminista, animó a las mujeres de su tiempo, y a las de siglos posteriores, a decidir sobre sí mismas.

Si nos fijamos en su discurso, tal vez no difiera mucho de lo que estamos viendo y viviendo actualmente. No ya solo en las cifras «escalofriantes» de mujeres maltratadas y asesinadas en lo que vamos de año, más de cincuenta y más de mil desde que se tiene registro y constancia, con una justicia patriarcal y anacrónica en lo tocante a violadores y maltratadores, con poca o nula formación en perspectiva de genero. Y así igualmente van surgiendo cada vez con más fuerza discursos, no solo machistas y misóginos –que igual era lo de esperar– sino también por parte de ciertas «féminas» que deben estar muy «satisfechas» de sus roles o papeles, que muy bien corresponderían al siglo que le tocó vivir a Flora, denigrando por completo nuestra condición de mujeres.

Recordemos a Flora Tristán y a todas las mujeres –conocidas o anónimas– que abrieron y abrirán ese camino.

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