Javier Orcajada Del Castillo

Francia puede explotar

Históricamente se ha considerado como país modélico: de acogida, de cultura, su justicia envidiable, cuna de revoluciones que han provocado cambios sociales claves para el progreso de la humanidad. La Marsellesa emociona incluso a los no franceses. Liberté, Egalité, Fraternité. Pero también su soberbia ha provocado errores: la Resistènce se nutría mayoritariamente de extranjeros que acudieron por solidaridad en su ayuda al ser invadida por los nazis. Sólo sus jefes fueron franceses, resultando una rémora y culpables de múltiples fracasos en operaciones contra los «boches», según propias confesiones. El triste perfil de liderazgo de Hollande está llevando al país a cotas indignantes, pues para combatir el terrorismo de ISIS bombardea sus ciudades masacrando la población civil. Los de las «banlieues» han logrado su objetivo: poner en jaque al estado y a los cuerpos de seguridad que actúan como pollo sin cabeza ante los nuevos modos terroristas que aumentan el impacto mediático. El caos coincide con la Eurocopa, pues las aficiones fanáticas tienen como objetivo provocar a policías y soldados armados hasta los dientes con inmensos medios antidisturbios e inútiles juguetes al uso, que se pasean aparentando tranquilidad ante una población aterrada. Quizá la ingenuidad y soberbia del español Valls le haya llevado a soñar que puede dominar a estos hinchas que no tienen nada que perder. Y para más emoción, Hollande decide implantar una reforma en las relaciones laborales más dura aun que la de Rajoy, además, sin pasar por el Parlamento porque sabe que será rechazada incluso por su propio partido. Apelando a la dignidad nacional rechaza negociar con los sindicatos, quienes, en respuesta, bloquean el país literalmente, con lo que, añadidos a los incómodos e inútiles controles policiales, las manifestaciones masivas se han convertido en una épica de confrontación pues la policía golpea cuando no debe y huye para no echar más gasolina. Hay que añadir que la situación económica del país no parece que se pueda enderezar con esta chapuza que se proyecta y que quizá lleve a una peligrosa situación prerrevolucionaria como la de 1968. Francia ahora es el escenario en el que habrá que fijarse porque tradicionalmente las revoluciones vienen de París y podemos estar a las puertas de una nueva que indudablemente llegará al estado español.

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