Joseba Aranburu Garmendia | Tolosa

Gobierno Vasco, suspenso

Siempre he creído que nuestros gobernantes, en general, gestionan mejor que los españoles los asuntos públicos, lo que redunda en unas mayores tasas de bienestar para la sociedad vasca. Hasta que llegó el coronavirus. Ahí, nuestra Jaurlaritza ha pinchado. Pese a que nuestra comunidad es una de las más castigadas por el virus (a 30 de marzo, 5.740 casos en la CAV, 78.797 en todo el Estado; 7,3% del total estatal, cuando nuestra población es sólo el 4,4% del total español), el Gobierno Vasco no parece reconocer la gravedad de la pandemia en suelo vasco. No cerró y aisló Gasteiz, junto con Madrid el principal foco de coronavirus en todo el Estado; el lehendakari titubeó hasta última hora sobre el aplazamiento de las elecciones, cuando otras fuerzas políticas ya habían manifestado claramente que no iban a hacer campaña. Y, lo que es peor, nuestra Jaurlaritza se resistió como nadie (ni el PP tuvo una oposición tan cerrada) a paralizar los sectores económicos no esenciales, a fin de detener la epidemia. Máxime cuando, como he dicho, la pandemia en tierra vasca es especialmente dura, con casi 1.000 sanitarios infectados y un positivo por coronavirus por cada 365 habitantes (datos a 30 de marzo), una de las mayores tasas de Europa.

Me gustaría que el lehendakari Urkullu y la consejera Tapia escucharan más a las autoridades científicas y sanitarias, y menos a la patronal vasca. La prioridad ahora es detener cuanto antes la epidemia, condición esencial para poder reanudar luego la actividad económica.

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