Enric Vivanco Fontquerni

Israel

La física cuántica enseña que hay una interacción activa entre el observador y lo observado, remitirse a la objetividad es intentar lo imposible. Treinta y cuatro años después de la primera visita a Israel durante estas Navidades la impresión que he tenido ha sido mucho peor de lo que me imaginaba. Los grandes defensores del Estado de Israel inventado por las Naciones Unidas, que consideran que la modernidad del mismo es un elemento a destacar enfrente del atraso endémico de sus vecinos, a simple vista están cometiendo los mismos errores que el resto. Las ciudades colapsadas por los vehículos privados, una de las características emblemáticas del Oriente Próximo era la luminosidad del cielo que ha desaparecido por medio de la neblina producida por los artefactos mecánicos e industriales.

Lo peor de todo es que cuando un Estado se tiene que defender de una parte fundamental de sus habitantes por medio de murallas, alambradas y que un porcentaje apreciable  de la población va uniformada y armada que circula por todos lados incluido los transportes públicos que te rozan la espalda cuando van llenos por unos artefactos malignos como los fusiles de asalto y revólveres, que solo sirven para matar, que puedes contemplar como soldados de unos veinte años humillan a seres humanos, palpando todo el cuerpo de forma indigna, que cantan y bailan provocadoramente a escasos metros de un lugar sagrado para muchos como la Mezquita Al-Aqsa, que se han construido bloques de viviendas por toda Palestina de una forma fordista expulsando población que ni tan siquiera tiene la consideración de una gentrificación, hace que las relaciones humanas estén contaminadas por una violencia latente, y se observa que la palabra amabilidad ha desaparecido del diccionario hebreo. Cuando unos cercados impiden que los árabes no puedan acceder a estas viviendas, que las prácticas de un Estado impulsa las identidades de forma excluyente, como el de una mujer judía que me aseguró que jamás iría a visitar la mezquita de Jerusalén, es un Estado viciado por la negatividad y que no tiene futuro.

Atentamente,

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