Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

La escuela

La pregunta fundamental respecto a la educación es: ¿para qué van los niños a la escuela? Si se lee la ley, se observa dos contradicciones evidentes: por un lado se dice que su fin es prepararlos para la vida, con unos valores en consonancia con una sociedad democrática, y por la otra vertiente, señala el despliegue curricular, que nada tiene que ver con el primer objetivo. La escuela es un institución que refleja las contradicciones de la propia sociedad, no vive al margen de la misma, en definitiva se debería saber que aumenta las paradojas que la propia sociedad padece. Desde el primer momento de la pandemia, la escuela ha sido protagonista de las dos ideologías contrapuestas, en el que la derecha y la izquierda, ocupan ambas posiciones. Por un lado los que aplican el principio de precaución, que en su inmensa mayoría son conscientes que la sociedad debe de transformarse. Y el resto son los que están atados de pies y manos, con el homo economicus. El debate durante muchos años ha sido y sigue siendo el fracaso escolar. Se sabe con toda certeza que va ligado a la desigualdad que nuestra sociedad padece y que es fruto de la voluntariedad de poseer una sociedad desigual. Lo preocupante es que la sociedad en su conjunto lo tolera, que por supuesto no dice mucho de la calidad humana de la misma. La escuela, reproduce las desigualdades, antes, ahora, y al paso en el que se va, después. Se insiste que en la educación, si se utiliza la tecnología digital, no todas las familias están en igualdad, porque no todas pueden acceder a la misma. Puro cinismo este comentario, en una sociedad desigual, no hay ningún campo ni en el sanitario, en el que se esté en igualdad de condiciones, como se ha podido observar ahora, por mucho que desde los distintos gobiernos y los medios de comunicación, lo quieran disimular. Cualquier tecnología no es neutra, no son unas herramientas inocuas, sino que condicionan toda la formación. La tecnología de la imprenta, y el libro, ha impuesto en la escuela unas formas de aprendizaje concretas, con la necesidad de un espacio específico. Se ha perdido décadas, desde las administraciones, para concretar el uso de la tecnología digital y las metodologías imprescindibles para que se pudieran implementar en beneficio de una escuela para formar ciudadanos críticos, participativos, e incluso molestos, personas que no sean las ovejas domesticadas, que son los que solo se preocupan de las notas en plan competitivo, tan apreciado por el homo economicus, que nos ha llevado a la situación actual. En una sociedad tan imperfecta y tan injusta, es imposible que la escuela pueda cumplir con su función, y los padres que quieren que sus hijos no les empreñen, deberían pensar en clave política de trasformación, para superar la situación actual, ya que este modo de pensamiento, ha conseguido que el acercarse a otra persona puede ser mortal. Y esto se ha propiciado con los valores que siguen defendiendo.

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