Enric Vivanco Fontquerni - Barcelona

La negociación tramposa

En la constitución del nuevo Gobierno no se debe descartar un giro radical respecto a las perspectivas actuales. Cuando González asevera, es fácil que las voces disidentes empiecen a tomar forma en las próximas semanas. Los votantes independentistas no tolerarán una mesa de negociación sin contenido, y si se les engaña, el electorado pasaría factura a la primera oportunidad. El pujolismo ha pasado a mejor vida y la lección se ha aprendido.

Para encarar una auténtica solución, el Estado debe de emprender una saneamiento muy a fondo del poder judicial. Se ha de suprimir la Audiencia Nacional, la endogamia actual de los funcionarios ha de pasar a ser el reflejo de la sociedad y no la casta enquistada de ahora. La formación de magistrados y jueces debe tener un contenido interdisciplinar para hibridar conocimientos, y no recitar como un loro un listín de teléfonos.

Las leyes deben de ser concordantes con los deseos de la sociedad, y no como ahora que parece que se prime al delincuente, ya que la ciudadanía sufre su acoso directamente externalizando hacia ellos esta injusticia, ya que no se soluciona nada, y no es de recibo en una sociedad que funcione de forma saludable que en el metro repitan constantemente que vigiles ya que te pueden robar. Esto es intolerable.

Lo que observa el ciudadano, es que las mafias campan a sus anchas y solo funcionan los delitos considerados políticos, que con la ley mordaza, la democracia queda deshuesada en su totalidad. También los funcionarios del orden público, son otro problema mayúsculo, ya que la endogamia forma parte del problema. Que haya funcionarios que vivan en familia en cuarteles es inadmisible, y mientras se tengan que esconder de su profesión, como pasa en la actualidad, es que todo el organismo es inservible, ni los bomberos, ni los sanitarios se esconden. El Ejército, más de lo mismo.

Mientras el Estado no solucione de forma urgente estas instituciones, es imposible resolver el problema en el Principat. Todo esto no concierne a los independentistas, esto es asunto de los españoles. No escucho decir ni mu, de todo lo anterior, a los progresistas de pacotilla, que ahora se dan abrazos, que parecen situarse en un prostíbulo.

Por ello, no queda otra solución, que seguir resistiendo por parte de los soberanistas. Se ha de continuar intensificando las contradicciones del Estado. Va a ser duro. Lo que está pasando y ha pasado en Euskal Herria es el siguiente paso, pero la coyuntura social y política ha cambiado. La Europa actual no es ningún balneario. Por ello, Catalunya debe de imprimir la exigencia de la calidad democrática que el Estado no tiene. Cuanto mejor, peor democracia.

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