Javier Orcajada Del Castillo

LA SEMANTICA EN EL LENGUAJE

Afirman los linguistas que las formas son tan importantes como los contenidos. En realidad lo que ahora se valora del escritor no es el argumento o el guión, se hace hincapié en el estilo, en lo descriptivo; un guión vulgar puede tener éxito si se pone en manos de un experto en redacción. De ahí que los periodistas de fama son los que dan forma a los discursos de los políticos y gente de mundo. Viene esto a cuento porque en el lenguaje y en la literatura se ha dado categoría de icono a lo que han sido siempre expresiones populares que la generalidad reconoce y asimila como habitual. Así, los periodistas deportivos llaman «trabajar», lo que antes se llamaba «jugar». Ya no juegan al fútbol, trabajan en el fútbol. Las crónicas sobre la actividad de la policía utilizan la semántica afirmando que han realizado su «trabajo», que es sencillamente disolver a porrazos manifestaciones. Estremece verles en Hungría o Macedonia enfrentarse «heroicamente» a refugiados tan agresivos como madres embarazadas y niños colgados de los brazos, ancianos desesperados que carecen de todo y que suplican humanidad. Los agentes, impertérritos, golpean a niños, les separan de sus padres y evitan la avalancha de masas enloquecidas que pretenden embarcarse en trenes cuyo destino es ninguno. Ese es el «trabajo» de los aguerridos agentes, bien protegidos con pasamontañas, que seguramente se sienten satisfechos por haber cumplido con su deber que es actuar con violencia sin mostrar un gramo de sensibilidad ni consideración por seres humanos despavoridos. Si ese «trabajo» se añade el de los políticos europeos y especialmente como el del primer ministro húngaro, piciendo y suplicando a los invasores de su patria que quieren salvar su vida, que vuelvan a sus países de origen en los que se está matando a la población, con el silencio y complicidad de la civilizada Europa, con todos esos argumentos, pero con palabras dulcificadas, como «proteger la civilización cristiana occidental» o discriminar emigrantes de refugiados que huyen de la guerra, o cuando Rajoy sentencia que «España cumplirá con sus compromisos humanitarios», es evidente que con esa semántica la población de los países ante tanta inmoralidad y desprecio, se sentirán más tranquilas y satisfechas porque ven el futuro despejado y pensarán que los horrores padecidos fueron sólo una pesadilla.

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