Manu Ballesteros Rodríguez

La vida, las inundaciones y un final feliz

Me acuerdo de lo que hice, incluso la madrugada del 25 al 26 de agosto de 1983, que con la cuadrilla estuvimos de fiesta por Basauri, después entraba a trabajar de tarde de 14 a 22.00, pero la riada hizo que no pudiéramos abandonar la empresa, ya que el río nos había sitiado y con total oscuridad pasamos la noche deseando que amaneciera pensando en nuestras familias. A las 12 del mediodía pudimos salir como pudimos, yo lo hice descalzo porque dejé las botas atrapadas en el barrizal inmenso en la que se había convertido el paisaje después de que el agua se retirara de nuevo a su cauce. A todos los eventuales nos rescindieron el contrato, a pesar de lo cual nos apuntamos voluntarios para limpiar la fábrica aunque había más voluntarios qué material con que hacerlo. Sufrí episodios de angustia y ansiedad de no ver futuro, debido a la gran calamidad en lo que se había convertido todo, y eso hizo que 2 semanas después cogiera la mochila y me fuera a Lleida a la recogida de fruta, ya había estado 2 años antes en agosto y septiembre para ganarme un dinerillo en mi época de estudiante. Pues bien, allí conocí a mi pareja, con la que he formado una familia y estoy a punto de prejubilarme en la misma empresa, en la que aquella noche me quede atrapado.

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