Enric Vivanco Fontquerni | Barcelona

Las gracias del regalo

La ofrenda suicida de los votos al altar socialista por parte de los soberanistas empiezan a dar sus frutos, como el Ministerio de Exteriores, al Señor Josep Borrell, palmero de los secuestradores del caso Marey, que con el pañuelo en la mano acompañó a los insignes Señores Barrionuevo y Vera, a la entrada de la prisión por una sentencia totalmente cuestionable, no faltaría más. El actual ministro durante años que estuvo en la CEE, se codeó con lo más granado de este club de ricos, que con posterioridad publicó un libro con su nombre titulado, "Las cuentas y los cuentos de la independencia", que considera a algunos catalanes de perfectos estúpidos ya que es imposible que puedan sobrevivir sin enviar los beneficios a Madrid, que sabe administrarlos la mar de bien, cosa que con sus propias inversiones el supuesto escritor le volaron 150.000 euros, de una inversión en un despacho financiero de los que prometen intereses, que las religiones del libro condenan por indecentes. Para poder compensar esta gran inversión de este economista mundialmente conocido, el mismo menciona que hay mucha demagogia respecto a las puertas giratorias, ya que las personas de su casta deben cobrar de los grandes grupos empresariales como Abengoa, que la barita mágica le libró de una imputación del Consejo de Administración del que formaba parte, por una gestión nefasta para la empresa. Tuvo que dimitir en su carrera dentro del partido tan de izquierdas, por tener colaboradores como el señor Huguet, condenado por aceptar sobornos de empresarios, e inversiones por parte de su mujer un tanto peculiares, con la compra más adelante de un apartamento en los Pirineos, que a posteriori enseñó toda la documentación el señor Borrell, demostrando la gran trasparencia de la compra. El señor Borrell, participe en las manifestaciones de la Sociedad Civil Catalana, los de Tabarnia, lo más granado y demócrata del mundo mundial, que aceptan las opiniones contrarias a las suyas con la caballerosidad de arrancar cruces en las playas, ya que su lugar son los cementerios que su propia historia alimentan con gran entusiasmo. Con estos políticos que ponen los votos en el cepillo más infernal, solo cabe que nos apiademos de nosotros mismos.

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