Maria Olga Santisteban Otegui | Zalla

Las leyes y la justicia

A lo largo de la historia de la humanidad, y de sus civilizaciones, siempre (creo) hemos tenido la necesidad para el buen funcionamiento de las mismas, de dotarnos de códigos y leyes de justicia que regulara, el comportamiento y el buen hacer de sus ciudadanos y que sus sociedades tuvieran un buen referente, en aquellos encargados (o encargadas, que seguro que las hubo) de redactarlas, impartirlas o ejecutarlas. Con más o menos aciertos, en el devenir de nuestra historia y desde que se tiene constancia de ello, las culturas ya sea mesopotámicas, egipcias, griegas o romanas, intentaron cada una en su propio tiempo, dar a sus conciudadanos el máximo de rigor y justicia (aun pensando quizás que aquellas leyes y aquella justicia, podía ser manifiestamente injusta).

Todo eso les ocurría a nuestros «ilustres» antepasados, pero si ahora mismo echamos un vistazo a nuestro alrededor, y a pesar de los tiempos transcurridos, no hay grandes diferencias entre aquella justicia y las actuales. Se tiende creer, que los «modernos» encargados de redactarla, impartirla o ejecutarla, no yerran en sus pronunciamientos o en definitiva «no llueve a gusto de todos». Tenemos ahora mismo, dos claros ejemplos de una justicia (que a nadie al parecer a dejado satisfecho). La primera, que a autoriza de una buena vez, la exhumación de cierto dictador, de cierto valle donde «reposaba» a la mayor «gloria» e ignominia (aquí sus más fieles acólitos pusieron el grito en el cielo). La segunda y última, en controversia por ahora, la dictada a los líderes del llamado Procés es desproporcionada al juicio de algunos, corta para otros. Ambas seguro que darán mucho de que hablar, son las leyes y la justicia, que dicen que cuentan, son igual para todos.

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