E.Garbayo

Pirritx eta Porrotx, maite zaituztegu!

Sólo le falta al personaje el uniforme de las SS para parecer sacado de una fotografía de amiguetes nazis de la II Guerra mundial. Ese hombre con apariencia al mismo tiempo de ave rapaz nocturna, de monaguillo al que persigue la lujuria del sacristán, de infancia de enuresis prolongada.

Por sus actos podemos reconocer a un colaboracionista. De niño debió de ser el pelota del fraile, quien le iba con los cuentos de los demás, el chivatillo que ayudaba a la autoridad del colegio a aplastar cualquier atisbo de motín escolar.

Seguro que recibió a cambio las peores entradas cuando osó participar en el juego, las mayores calabazas al acercarse a las mozas en su juventud, las más frustrantes derrotas cuando optó por la participación política en su pueblo. Claro, no lo querían, siempre había sido el vendido al enemigo, a los poderosos, el correveidile, la mano sucia de los que no quieren mancharse las manos; y eso acarrea la distancia y el desprecio.

El párrafo anterior son solo hipótesis de cómo creo yo que puede ser el personaje, cómo se ha hecho así, cómo ha podido llegar a lo que es: Un tipo grotesco, de aspecto triste, de estar siempre estreñido, de ser uno de los virreyes más despreciados que han ocupado plaza en este país.

¿Por qué actúa así el personaje ? ¿Es por su presunto triste y oscuro pasado? ¿Es porque fue un niño no querido? ¿Es porque ha sido un joven marginado?

No soy ni psicoanalista ni argentino, pero solo así puedo entender que sea un tipo vengativo. Que probablemente crea que su excompañero de corporación Pablo pertenezca a banda armada o, si no, le da lo mismo. Que la txupinera de Bilbo sea proetarra o, si no, le da lo mismo. Que Uribetxebarria debería estar muerto o , si no, en la cárcel. Le da lo mismo. Que Pirritx eta Porrotx sean peligrosos terroristas que manipulan las tiernas mentes infantiles o, si no, le da igual. Él debe satisfacer a su amo, debe hacer el trabajo sucio para contentar a su jauría mediática. Debe demostrar la firmeza que se le supone a su partido. Que quede claro dónde estamos: entre la extrema derecha y la derecha extrema.

Poner en manos de este elemento la responsabilidad que ocupa es una provocación, es cagarse en este pueblo, es apagar fuego con gasolina, es... es lo que pretenden: crear tensión, hacer rogativas por la vuelta a tiempos pasados, pasarse por el forro los deseos de las gentes de Euskal Herria y sus resultados electorales, es la dictadura de una minoría, es lo que les pone. Es la marca España, su España, la que desgarraba a Machado y Lorca, la que ha de helarte el corazón, la de txaranga y pandereta. La de la guardia civil caminera lo llevó codo con codo, la del alma de negro charol.

La del exilio de Alberti, «España/ fina tela de araña,/ guadaña y musaraña,/ braña, entraña, cucaña,/ saña y pipirigaña,/ y todo lo que suena y que consuena/ contigo: España, España».

Y cada vez más personas creemos en otro país, en el nuestro, y estamos más lejos de esa España suya que para este pueblo solo aporta incomprensión, sufrimiento y eterna espera. Esa España cutre y casposa de conquistadores de Perejil, acento tejano, corrupción, despilfarro, obispos de cruzada, banqueros sacamantecas, periodistas de fondo de reptiles, que hoy reivindican un Peñón y mañana Catalunya, cuando han vendido a precio de saldo su país, empezando por toda la costa.

Tipos como Urquijo, como en su tiempo Aznar y Mayor Oreja, hacen que la soberanía de nuestro pueblo tenga cada vez un mayor número de personas adeptas. Aguantar sus embestidas es cada vez más triste, pero cada una supone un empujón hacia la libertad de nuestro pueblo. Eso espero.

Como decía... Pirritx eta Porrotx, maite zaituztegu!

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