No hay cosa más divertida que leer los titulares de prensa repitiendo los esperpentos de los políticos, y aseguro que son las cabeceras de los diarios muy, pero que muy, progresistas. Ahora resulta que el jefe, ya se ha cansado del estado de alarma, pocas días antes de unas elecciones, que la extrema derecha se paseará en un panzer triunfal. Como el mundo lo miro a través de mi ombligo, un servidor desde antes de nacer, vivo en estado de alarma permanente, y me enterrarán en él. Jamás he podido conocer ni la libertad, ni poder ejercer mis derechos políticos, sin tener que delegarlos a idiotas consumados. El dinero este, que no acaba de llegar nunca, una calderilla de 70.000 millones de euros, resulta que con esta torna, la metrópoli se pondrá al día. Francamente jamás hubiese podido pensar que tan poco dinero, se pueda modernizar a un Estado, con mentalidad de lo quiero todo para mí. Lo que más me ha emocionado es que se invertirá parte del dinero, en un coche no contaminante, milagroso, un coche que no necesita ningún tipo de energía, ni de minerales, para construirlo, ni para desplazarse, me lo tendrían que explicar mejor. Durante estos últimos meses, los que intentan pensar algo que es muy difícil, para poderse desmarcar del marketing publicitario, se ha podido constatar que en tiempos de guerra, o de pandemia, el género humano demuestra su auténtica miseria. La guerra, es otra dimensión que todavía se descarna mucho más, lo que los humanos son capaces de hacer, en definitiva matarse entre todos con música militar. La pandemia, mucho más modesta y confortable, el poder constatar el lloro desconsolado de los sectores económicos que si continúan ejerciendo sus negocios, el planeta se va definitivamente al carajo. Soltar porcentajes, y sectores etéreos de la economía, que recibirán el efluvio dinerario que se pagará con más miseria. Lo más espantoso es que hay quien se lo cree. En fin, somos la bondad infinita en cuanto a la credulidad. Más, mucho más, que cualquier religión.