Presupuestos públicos mueven montañas
En una tesis doctoral, redactada en una universidad de Corea del Sur, se han analizado los presupuestos oficiales anuales de varios países en sucesivos años y se llegan a curiosas conclusiones. He aquí algunas significativas. Están sobredimensionados en un 30% de media. No tendría ningún efecto si se redujeran en esa proporción. Los presupuestos son el fundamento del estado y mueven montañas. No debe controlarse la corrupción en exceso, pues ello supone retrasar las obras e inmovilizar fondos públicos. Que es asumible hasta un nivel razonable −hablan de un 3%−. Es un aliciente para los contratistas y políticos, pues el control provoca falta de estímulo de los altos cargos de la administración, pues no ven reconocidos sus méritos personales y pueden trasladar los proyectos a otros espacios más «receptivos» con los que haya más expectativas de prestigio o de beneficios. Los grandes proyectos son codiciados por doquier, sobre todo donde las élites financieras o sus familias están incrustadas en gobiernos e instituciones oficiales internacionales que componen una infraestructura velada que enfatiza lo positivo que conviene del sistema democrático tan manoseado por los aparatos de propaganda del poder, sirven para controlar a grupos revolucionarios, relacionarse con paraísos fiscales y mantienen alerta a las fuerzas armadas que protegen el sistema. Además, apoyan instituciones religiosas cuyos intereses económicos se mezclan intencionadamente. Respecto a los funcionarios, están sobredimensionados. Puede haber un exceso del 30%. Carecen de conciencia de servidores públicos; su puesto de trabajo seguro lo defienden a ultranza porque −aducen−, está obtenido con esfuerzo. Como si en la privada los regalaran, cuando pueden ser despidos. Priorizan prescindir de los eventuales en caso de reestructuración. Su productividad es inferior a los de la privada. El funcionario es exigente con las condiciones laborales y se limitan estrictamente a cumplir según el manual, lo que impone más personal auxiliar, más derechos, que es la justificación para subcontratar a la iniciativa privada. En fin, el presupuesto fluye por el embudo para mantener a la ciudadanía despierta porque es de ella de donde proceden los fondos, pero no precisamente para su beneficio, que es la diferencia.