Javier Orcajada Del Castillo

¡Qué duro es ser rico!

Con este lamento se expresaba dolorida la baronesa Tyssen, viuda de Hans Heinrich Agost Gabor Tasso Freiherr von Tyssen.Bornemisza de Kaszor et Imperfalva. Los plebeyos se ofenderán ante la desconsideración de la baronesa, pues muchos de ellos desearían sufrir el suplicio de ser noble y poseer fortuna, lo que obliga a la aristócrata a soportar la servidumbre de pertenecer a su selecta sociedad con el estilo que sólo se puede adquirir viviendo en ambientes tan exclusivos. Tiene razón la Baronesa, pues la tensión y la responsabilidad es le angustiosa: asistir a actos protocolarios sin descanso, siempre manteniendo el tono y las formas. Debe controlar la marcha de sus empresas, unas en Suiza, otras en Panamá. Vigilar el numeroso, costoso y rebelde servicio doméstico. Pendiente de inspecciones fiscales para revisar exhaustivamente sus declaraciones, obligándole a despachar con asesores, abogados, inversores, planificando los movimientos de sus fondos repartidos por todo el mundo en remotas Offshore.

Ser presidenta del Museo Thyssen requiere una atención permanente vigilando tanto sus finanzas como atender el protocolo que impone ser la aristócrata a la que los medios vigilan para descubrir el fallo que alimente el morbo de los amables periodistas del corazón. Realmente se comprende que envidie la paz que disfruta la plebe, «Tita» sabe que son felices, más allá de tener que buscar trabajo, aunque sea basura, pero sin que les preocupe Panamá, ir a Suiza para controlar a sus testaferros o vender algún cuadro de su colección sin autorización oficial para hacer caja y vivir con la sencilla elegancia que requiere su rango. Adora a la plebe, aunque a veces se sienta agobiada, pues esta gente sencilla aspira llegar a ser algún día como la baronesa jugando a la lotería o a las quinielas. Y siempre corroídos por la envidia por no tener alguna Offshore en Panamá o en otro paraíso fiscal, si bien temerosa de la Agencia Tributaria por si le descubren que pagó al fontanero en negro y sin IVA o que la policía le aporree por manifestarse porque le ha engañado el banco donde invirtió todos sus ahorros en preferentes. Pero, ¿cómo comparar el esfuerzo de la baronesa Thyssen con el de esta gleba inculta e insaciable? Cierto que en caso de ser imputada ante los tribunales, sabe que el juicio no se celebrará en décadas y en último extremo, siempre habrá una amnistía fiscal que le evite riesgos inoportunos.

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