Afortunadamente la sensatez de los militantes de los partidos estatales siempre se impone a la desmesura de los medios de comunicación de la casta. Cuando el señor Iglesias, deambulaba por las televisiones que se caracterizan por su esmerada profesionalidad periodística, y aseguraba que viajaría en las bodegas de Ryanair, y que el sueldo lo ofrecería a Cáritas, más o menos, y que Vallecas, era su auténtica identidad política y de vivencia, que sería el revulsivo de la novísima política, que con ellos la casta desaparecería para siempre, y llegarían los tiempos del horizonte maravilloso para las clases populares, resulta que como profesor no explicaba en sus clases  al científico social, Thorstein Veblen, ni a René Girard. El hijo de campesinos noruegos, despreciaba la artificialidad burguesa, Veblen, fue el primero en dar luz al carácter superficial de la economía de consumo de masas y la «disipación ostentosa» excita el anhelo del rango social. La sociedad se hace hipermaterialista, el drama consiste en el hecho de que la ostentación por medio del consumo se convierte en el único juego social práctico a la existencia individual. René Girard, desarrolla en una obra ingente, que el deseo, es el reflejo de los demás, y el chivo expiatorio tan utilizado por los trileros más conspicuos, que tiene la ventaja de criticar lo que uno comparte. Bourdieu, menciona en su obra, "Los campos de fuerza", al codearse con la casta, y vestirse como tal en los actos públicos del Estado imperial, pasa lo que pasa y de Vallecas, se trasmuta a las élites de la casta para convertirse en uno más. La ciencia social está para contrastar el presente, la única forma de evitar estas distorsiones, es que la masa decida y los que lo tiene que implementar, debe de tener una duración de máximo cuatro años y a continuación a su casa. Mientras tanto la política siempre estará al servicio de las minorías espabiladas. Con extensión a la cosmopolita, y luchadora incansable en contra del supremacismo, Señora Colau.