Enric Vivanco Fontquerni, Barcelona

Soledad destructiva

Los efectos devastadores de la naturaleza no hacen ninguna distinción si el territorio está organizado por un Gobierno legítimo, o no. Tampoco relaciona la legalidad del gobierno no tiránico, o la ilegalidad que es la esencia de la tiranía. Nuestro mundo que favorece el comportamiento individual arropado por la tecnología. Estos seres autónomos enfundados con auriculares que aíslan su cuerpo de los otros, que perjudican la comunicación, como también la inteligencia colectiva, reproduce las condiciones de dominación de cualquier totalitarismo. El individuo aislado, la soledad que se genera es necesaria para mantener el gobierno de terror en el que estamos. Este terror nos conduce para impedir cualquier cambio ya que se tiene somatizado que siempre será peor para nosotros. En cambio la naturaleza nos alerta constantemente del error de toda esta formulación. Por esto la reacción ante la pandemia fue aislarse y cada uno que se apañara como pudiera. Buscar la acción colectiva sin cortapisas destruía todo el modelo político imperante. El individuo en soledad se ha de salvar y las vacunas fue el alimento ideológico irrebatible, ya que nos protege. El terremoto en los confines administrativos entre Siria y Turquía, una zona en guerra desde hace años. En muy pocos minutos la naturaleza destroza lo que el hombre ha construido. La ruina instantánea que solo se puede comparar con la utilización de armamento atómico. Un terremoto no es lo mismo en Haití, que en Japón, lo que sucede que la inmensa población planetaria se asemeja más a Haití, que al Japón. La guerra facilita los movimientos sísmicos, ya que la utilización constante de armamento de gran poder de destrucción incide en el interior de nuestro hábitat. Los geólogos avisaron que la actual guerra mundial, cuyo epicentro de combate por ahora está en Europa, incrementaría la posibilidad de movimientos sísmicos y no solo en las zonas que tienen mayor riesgo como es este caso. El mero hecho de construir por parte del cacique mayor del reino, unos depósitos de gas, en la costa de Catalunya, disparate que los geólogos avisaron ya se sabe cómo acabó. Pensar que estar machacando constantemente el suelo con todo tipo de armas será inocuo hay que ser muy bobo para obviarlo. Como también ir ensuciando el Planeta, y que no pasará nada. Es el compendio de una civilización que se está destruyendo por todos los frentes. La solución se tiene, que es enviar al carajo todo el tinglado montado.

Atentamente.

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