Pedro Javier Gracia, Iruñea

TAV, tartas, y Urdangarin

Hace un par de semanas leí que los responsables de los tartazos estampados en el rostro de Yolanda Barcina hace un año se enfrentan a peticiones de cárcel de entre 4 y 9 años. Aquélla, según decían los participantes, era una acción simbólica con la que querían denunciar el desastre que supone la construcción del TAV. Por ello, decidieron entartar a la máxima responsable del proyecto, Barcina, quien ese día pasaba a ser la presidenta ese año del consorcio “Comunidad de Trabajo de los Pirineos”. A pesar de que a los 10 minutos de los tartazos la presidenta salió de nuevo sonriente a continuar el acto, incluso bromeando (“no esperaba un inicio de presidencia tan dulce”), y de que en Touluse ni siquiera fueran identificados, al llegar a Pamplona los tres participantes fueron detenidos llamados a declarar a la Audiencia Nacional, y ahora se enfrentan a peticiones de pena de prisión; ¡por una acción que ni siquiera ocurrió en el territorio nacional, único lugar donde supuestamente tendría jurisdicción la legislación española!

¿A qué se debe semejante represión contra los activistas antiTAV? Parece ser que la señora Barcina se cree bastante superior a personajes como Bill Gates o Sarkozy, quienes fueron entartados sin que ésto supusiera pena de prisión alguna. Pero probablemente no sea solo eso. Tras este surrealista juicio está la voluntad de criminalizar cualquier movimiento crítico con la obra del TAV, una obra que no sólo es un desastre ecológico, económico y social, sino que es sobre todo una obra impuesta.

Mientras tanto, tenemos a personajes como Iñaki Urdangarín, cuya codicia le llevó a desviar millonarias cantidades de dinero público para su bolsillo a través del famoso Instituto Noos. Resulta que este tipo que ha hurtado millones, (con los cuales, por ejemplo, se podrían mitigar los actuales recortes que ahora generan tantas tragedias familiares y personales) sigue viviendo en su casita de Estados Unidos criando a las criaturas de la costosa Casa Real, a la espera de un juicio oscuro que nadie sabe como acabará. A su lado, la Infanta Cristina ni siquiera ha sido llamada a declarar, cosa que más que oler a chamusquina socarra la nariz.

No puedo entender cómo puede haber hoy día alguien que pueda tomarse en serio el circo judicial de este Reino de España, cuando tres personas por una acción cómica realizada en el extranjero y que denuncia la imposición de una obra que la mayoría de los navarros no quiere pueden acabar entre rejas, mientras otros personajes se libran sospechosamente del acoso judicial . Y el caso de Urdangarín y su mujer es sólo uno de los más mediáticos. Todos y todas sabemos que hay muchos más ricachones estafadores ocultos, muchos de los cuales, por cierto, son los únicos usuarios potenciales de un TAV en Navarra.

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